Sesenta años de cuidada elaboración y culto a la calidad en airén, tempranillo y varietales.

Javier Ruiz García, gerente de la empresa, junto a Franco López Álvarez, uno de los más veteranos

Javier Ruiz García, gerente de la empresa, junto a Franco López Álvarez, uno de los más veteranos

Socuéllamos presume de tener la segunda bodega más grande de Europa: Cooperativa Cristo de la Vega, un referente de calidad en España y en el mundo. Con casi 900 socios, una capacidad de cien millones de litros, una venta a cuatro continentes del planeta (casi 40 países), la afectación directa o indirecta del 60 o 70% de la población socuellamina, una interminable lista de merecidos premios y galardones y, sobre todo, el reconocimiento unánime de los consumidores a sus marcas punteras como Yugo o Marqués de Castilla, han hecho que Cristo de la Vega se posicione año tras año entre los mejores, entre los grandes
en el nunca fácil y globalizado gremio vitivinícola.

A sus 60 años, la bodega socuellamina, presidida por Emilio Medina, es claro ejemplo y experta conocedora de las vicisitudes pero también de los grandes avances de los caldos manchegos en las últimas décadas. Antes de 1955, año de la fundación de la cooperativa, el vino se elaboraba en las bodegas existentes en las casas de los agricultores (aún siguen existiendo algunas en bajos o sótanos, aunque en desuso). Sin embargo, un grupo de 25 agricultores “valientes”, liderados por, entre otros, el que luego sería el primer presidente, Julián Alarcón, decidieron juntarse y constituir una cooperativa.
Algunos de estos primeros socios tenían bodega en su domicilio pero la mayoría vendían la uva en las entonces grandes bodegas locales.

Procesos antiguos de prensado en los que era muy necesaria la mano de obra humana

Procesos antiguos de prensado en los que era muy necesaria la mano de obra humana

El principal motivo de crear la cooperativa fue las largas esperas para descargar a mano los carros de 1.000-1.200 kilos, “era tal la desesperación que algunos agricultores tiraban la uva en la calle, no podían dejar a la cuadrilla esperando”, recuerda uno de los socios más veteranos, Franco López. Otras razones pudieron ser el posible abuso en el precio por parte del comprador y la carencia de una garantía de pago como ahora. Por ello, decidieron alquilar Bodegas Bilbaínas, sita entonces en la calle Pedro Arias, con la gran suerte de que ese año hubo mucha diferencia entre el precio de la uva y del vino que les permitió comprar la bodega al año siguiente por 800.000 pesetas.

La empresa marchaba bien, había un buen equipo y se trabajaba mucho con pocos medios, se iban apuntando más socios hasta que en 1960, las instalaciones de Bodegas Bilbaínas, de 1.500 metros cuadrados y en pleno centro de Socuéllamos, se quedaron pequeñas y se trasladaron a las actuales instalaciones, en la calle General Goded, donde realizaron una inversión de más de 100 millones de pesetas. En el origen, la cooperativa podría elaborar alrededor de 1,5 o 2 millones de litros de vino que han ido en progresión con el paso del tiempo y el incremento de socios: casi 900 en la actualidad y 100 millones de litros de capacidad. Muchos de los socios actuales son herederos de aquellos primeros agricultores.

Depósitos de la Cooperativa Cristo de la Vega en la actualidad

Depósitos de la Cooperativa Cristo de la Vega en la actualidad

En Cristo de la Vega, el 85-90 por ciento de la venta de vino es a granel y el 10-15 por ciento restante es embotellado, proceso que comenzó hace al menos 20 años con marcas tan reconocidas y en un nivel premium como Yugo, en el mercado nacional, o Marqués de Castilla, en el internacional. A este respecto, el gerente de la bodega, Javier Ramón Ruiz, asegura que la cooperativa Cristo de la Vega siempre ha tenido muy en cuenta la calidad tanto de granel como de embotellado que ha mejorado en los últimos años gracias a la transformación completa en la bodega de tinto y el cambio de prensas y descargaderos en uva blanca, pero también a la constancia y perseverancia en la recogida, donde se aúnan años de tradición y conocimiento; en una cuidada elaboración, con las últimas tecnologías, los mejores técnicos, enólogos y maquinaria; en la distribución y comercialización, con un equipo de comerciales infatigable, y en una imagen característica que distingue a sus vinos del resto.

Ayer y el hoy del acarreo de la uva. Antes en carros de 1.000 kilos, ahora en remolques de 10.000

Ayer y el hoy del acarreo de la uva. Antes en carros de 1.000 kilos, ahora en remolques de 10.000

Motivos todos que hacen que la cooperativa sea referente año tras año distinguiéndose por un vino de gran calidad con variedades autóctonas, como el Yugo Airén con una imagen ya reconocida por sí misma
“quien lo prueba repite, se vuelve yugoadicto”, señala Javier Ruiz; o sus tempranillos; o los varietales de ‘Camina’ (Verdejo, Chardonnay, Carbenet Sauvignon), última marca lanzada al mercado, con gran aceptación internacional; o el espumoso Yugo Brut. El futuro más inmediato de la mayor bodega socuellamina, ultima el gerente, es la selección de la uva a la llegada a la cooperativa en aras a elaborar siempre mejores y más cualificados vinos, con aromas más intensos y competitivos en un mercado tan
globalizado.

Texto: Oliva Carretero
Fotos: Cooperativa Cristo de la Vega