Los dirigibles estuvieron entre los primeros artefactos que lograron volar, a partir de varios diseños realizados a lo largo del siglo XIX. Los primeros dirigibles obtuvieron los primeros récords de la aviación. En 1784 Jean Pierre Blanchard agregó un propulsor manual a un globo aerostático, en lo que constituye el primer registro documentado de un vuelo propulsado. En 1785 cruzó el canal de la Mancha con un globo provisto de alas batientes como propulsores, y un timón con forma de cola de ave. El nacimiento del concepto de dirigible no se produjo hasta la segunda mitad del siglo XIX, con la proliferación de iniciativas destinadas a conseguir un globo aerostático fiable y que no dudara de las corrientes del viento para desplazarse en la dirección deseada. La primera persona en realizar un vuelo a motor fue Henri Giffard, quien en 1852 voló 27 km en un dirigible propulsado mediante una máquina de vapor. En 1872 el arquitecto naval francés Dupuy de Lome desarrolló un gran globo bastante gobernable, impulsado por un gran propulsor y la fuerza de ocho personas. En octubre de 1883 Gastón Tissandier aplicó el primer propulsor eléctrico a un globo, mediante un motor Siemens de 1,5 caballos de fuerza, en un vuelo no tripulado. Finalmente llegaron los “Zeppelines”, pero eso es otra historia.