Los gatos domésticos son animales capaces de trepar hasta grandes alturas o desplazarse sobre superficies muy estrechas sin sufrir inconvenientes ya que coordinan a la perfección todos sus miembros para mantener el equilibrio, el cual logran mediante la combinación de factores óseos y musculares muy propios de los felinos. Los bigotes, la cola y las uñas resultan imprescindibles para realizar estas hazañas ya que los primeros funcionan como una especie de radar que les proporciona datos importantes del entorno que lo rodea, mientras que la cola la utilizan para direccionar saltos y garantizar la estabilidad. Las uñas, por su parte, les aseguran un contacto poderoso con la superficie y les permite aferrarse con seguridad. Los bigotes representan una de las partes corporales más importantes. Los gatos tienen al final de sus bigotes un órgano llamado propioceptor que envía señales táctiles al cerebro y el sistema nervioso. Estos receptores ayudan al gato a conocer su posición en referencia de otros objetos, así como la posición de sus extremidades en el espacio. Lógicamente el paso de los años puede ocasionar dificultades de coordinación pues los animales se vuelven más débiles y están expuestos a casos de desorientación y trastornos motrices.