En el año 1712 Thomas Newcomen, con su socio Thomas Savery, construyeron una máquina de vapor atmosférica usada para bombear agua fuera de las minas de carbón y estaño que existían en el sudoeste de Inglaterra. En poco tiempo se convirtió en la fuerza impulsora del trabajo en las fábricas y minas poniendo la base a lo que sería la Industrialización. Los motores de Thomas Newcomen funcionaban con caldera, cilindro y pistón. En estos motores de vara, una larga barra oscilaba yendo de arriba hacia abajo. De esta manera transferían la energía a un pistón que se movía dentro del cilindro. Cuando el pistón subía, el vapor entraba al cilindro, se condensaba y luego la presión del aire empujaba al pistón nuevamente hacia abajo. James Watt, en 1763, vio que existía un problema en la máquina de vapor de Newcomen, pues una condensación prematura del vapor en el cilindro principal producía una disminución paulatina de la capacidad de esta máquina por estar cada vez a una temperatura menor, por lo que incluyó cilindros secundarios para que se produjera la condensación.