El 21 de junio llega el añorado y esperado verano de vacaciones, ir a la playa o a la montaña, en definitiva es el momento del descanso con mayúsculas, del ocio y entretenimiento, pero también es tiempo de hacer maletas, viajar, no parar… Parece que los españoles nos hemos creado la necesidad de buscar actividades de ocio fuera de nuestra ciudad o municipio cuando podemos hacer muchas cosas en nuestro lugar de siempre si de lo que disponemos es de más tiempo libre que durante el resto del año.

En la cultura británica, que en esto parece que vaya más avanzada, han acuñado un término diferente para los que se quedan de vacaciones en casa durante el verano: staycations, tiempo en el que las familias o personas disfrutan de sus actividades de ocio en casa sin tener que desplazarse en vehículo a ningún sitio y pasando la noche en casa. Y  no es una moda sino que forma parte desde hace años de la cultura de los ingleses; tanto quedarse como irse son dos opciones igual de válidas para estos vecinos europeos o extraeuropeos tras la aprobación del Brexit en el que decidieron salir fuera de la Unión Europea.

Esta alternativa es utilizada en ese país por familias o personas que están condicionadas por la economía. Ése es precisamente uno de los motivos que aducen algunos de nuestros encuestados en nuestra sección ‘El Termómetro’. Todos coinciden en que es necesario tomarse un descanso en verano, que puede ser viajando si el bolsillo lo permite, o quedándose en casa, disfrutando de los amigos, dándose un chapuzón en la piscina, con paseos, de terrazas, tomando un helado, etcétera. No obstante, otros creen que no pueden desconectar si se quedan, como un profesional pastelero que afirma tajante que no puede estar en su ciudad y estar de vacaciones, “necesito salir para desconectar, si me quedo aquí es para trabajar”.

A este respecto, difiere mucho de si la persona reside en un pueblo o en una gran ciudad. Los más cosmopolitas están deseando coger unos días libres para “escapar” aunque no siempre resulte lo más relajante para el descanso soñado, mientras que para los que viven en pueblos, las vacaciones no suponen solamente coger el coche en dirección a la playa o, en todo caso, fuera de su casa.

Y es que el término ‘vacaciones’, popularmente, se ha relacionado siempre, seguro que ahora también lo sea, a irse de viaje a la playa, a la montaña, al extranjero o a otro lugar durante unos días que suele ser de 30, 15, 7 días o un fin de semana, dependiendo del trabajo y de la disponibilidad económica. Sin embargo, las vacaciones suponen, según los expertos, un sentido más amplio que se refiere al descanso de tu actividad diaria. Y ese descanso puede realizarse en tu propia casa o fuera. La Real Academia Española habla de vacación como ese descanso temporal de una actividad habitual, principalmente del trabajo remunerado o de los estudios. Incluso la RAE acepta el término ‘vacacionar’ donde sencillamente se habla de pasar las vacaciones en un lugar, sin referirse a ningún sitio en concreto.

Muchas oportunidades   

Las oportunidades estivales siguen siendo muchas y diferentes en nuestras ciudades y localidades. Los expertos se preguntan por qué no disfrutar de nuestro hogar en verano; consideran que se puede planificar nuestro descanso igual que si hiciéramos con unas vacaciones en la playa y organizar actividades relacionadas con la temporada, como excursiones, practicar deporte o participar en eventos deportivos, cocinar o preparar una barbacoa para tus amigos… Incluso puedes controlar mejor el presupuesto acudiendo a actividades gratuitas organizadas por los propios ayuntamientos, que son siempre diferentes a las organizadas durante los meses de invierno y algunas pueden resultar muy atractivas.

Entre los que se quedan la mayor parte del verano en su lugar de residencia, los motivos son muy diferentes aunque ninguno expresa malestar porque, sea en casa, siempre hay tiempo y alternativas con las que entretenerse, pues en todas partes se organizan actividades más lúdicas, cultura en la calle (con teatro, mercados, cine…), juegos de ocio, excursiones a pantanos o lagunas, amén de las consabidas fiestas, romerías o verbenas de barrio.

Con la llegada del verano, las ciudades se transforman y las necesidades de salir son mayores que en invierno debido, en gran parte, a una climatología más cálida, más horas de luz para disfrutar de terrazas, calles y plazas, aunque eso sí, en horario diferente al resto del año, cobijándose del tórrido sol en las horas centrales del día y saliendo en su puesta. Con los horarios cambiados, también la alimentación es más ligera; en general, los hábitos y las rutinas son diferentes.

En verano trabajo  

El trabajo, además de la economía, es otra condición a tener en cuenta para vacacionar dentro o fuera de donde se reside. Algunos oficios o profesiones requieren un horario más amplio en la época estival aunque siempre se buscan huecos para disfrutar del verano o hacer una escapada de cuatro o cinco días, algún fin de semana o coincidiendo con días de fiesta local o de feria.

Una cocinera consultada por Ayer&hoy tiene un negocio de catering y debe echar 10 o 12 horas diarias durante los meses de verano para atender la demanda de sus clientes. No le importa no cogerse unos días de asueto, sino que se muestra satisfecha de un trabajo bien hecho y reconocido. En su caso particular, su familia de Castellón de la Plana viene al municipio del interior del país donde ella reside, dispuesta a disfrutar del pueblo y alejarse de la abarrotada playa; mientras tanto, ella disfruta de sus hermanos y sobrinos que no ve mucho durante el resto del año: “Somos 10 hermanos y 30 sobrinos, mi familia se viene aquí al pueblo, viven a 15 kilómetros de la playa y cuando se masifica, se vienen para acá, y les gusta porque tenemos un poco de todo”.

Negocios autónomos dedicados a la venta de productos frescos o de temporada también tienen que trabajar duro en los meses de junio, julio y agosto. Un frutero, dueño y arrendatario también de unas tierras, habla de su dedicación total durante todo el día de lunes a domingo: “Cuando no estoy vendiendo fruta en el mercadillo estoy trabajando el campo en la finca”, aunque siempre hace una escapada de fin de semana y, cuando pasa el verano, aprovecha para salir al extranjero.

Baños de interior

Las escapadas a aguas del interior de la Península son otra opción más que recomendable. Siempre es conveniente antes consultar las zonas aptas para el baño en ríos, playas de agua dulce, pantanos, manantiales o lagos. En Castilla-La Mancha, lugares como las Lagunas de Ruidera, Parque Natural, son muy frecuentados, donde se puede disfrutar de una jornada completa en familia, además de practicar diferentes deportes acuáticos y disfrutar de una rica gastronomía. En la Comunidad de Madrid nos podemos encontrar el pantano de San Juan, en San Martín de Valdeiglesias, conocido como ‘la playa de Madrid’. Su gran extensión permite practicar actividades acuáticas de motor, remo y vela. En la misma carretera (M-501) el río Alberche, cerca de Aldea del Fresno, cuenta con otra presa, el Embalse de Picadas, cuya orilla está rodeada de una vía verde que se puede recorrer en bici o a pie. Se puede disfrutar asimismo de un buen baño con sombra de pinos en muchos tramos y con una zona recreativa con fuente, barbacoas y merenderos.

Me voy al pueblo

Como antes indicábamos, el verano en la vida de pueblos y ciudades es diferente. Estas pierden temporalmente miles de habitantes en beneficio de aquellos. El pueblo, natural o adoptivo, se ha convertido en el destino por excelencia de muchas familias españolas. También el lugar más económico, donde el hospedaje es gratuito la mayor parte de las veces, el llenar la nevera es compartido, y donde los niños disfrutan de mayores libertades que en las ciudades.

Mientras, los residentes allí durante todo el año, padres o abuelos, reciben con los brazos abiertos a la familia, dispuestos a disfrutar de los nietos o hijos. Una convivencia diferente a la del resto del año y en la que todos deben esforzarse por ayudar en la organización de la casa.

En ocasiones, abuelos, hijos y nietos se marchan desde el pueblo una semana a un sitio de playa para pasar unas vacaciones temporales. Son como unas vacaciones dentro de otras vacaciones en las que se pretende que los abuelos salgan de la casa del pueblo por una vez al año, aunque seguirán ejerciendo de cuidadores de los nietos.

Para algunas amas de casa y personas jubiladas es, precisamente, el cuidado de los nietos lo más importante, más si cabe en verano con las vacaciones escolares. No cambiarían nada por estar con ellos y si es en casa mejor que fuera. Por eso, la posibilidad de viajar en temporada alta de vacaciones no gusta a todas las personas mayores del mismo modo.

En verano, la mayoría de los pueblos duplican su población. Las infraestructuras y logística han mejorado mucho con el paso de los años y ya cualquier municipio en general y por pequeño que sea, dispone de lo necesario e imprescindible para pasar un buen verano: piscina, bares, terraza, fiestas de verano, entornos rurales, alojamientos rurales, etcétera. También es fundamental una buena conexión a internet y no en todos los municipios existe. Es la llamada brecha digital que se refiere tanto al uso de la Red de sus vecinos como a las instalaciones. Castilla-La Mancha, en 2015, según un informe de la UGT, lideraba junto con Galicia y Castilla y León el mayor número de viviendas sin acceso a internet, estando en el polo opuesto, con mayor acceso, Madrid y Asturias. En este sentido, el sindicato apuntaba en 2015 la necesidad de que las administraciones y entidades oficiales hicieran uso eficaz de las subvenciones europeas existentes para reducir esa brecha digital. Es cierto que las cifras van en incremento (el Instituto Nacional de Estadística informa que en 2016 13 millones de viviendas (81,2% de los hogares) utiliza banda ancha (ADSL, red de cable,…), medio millón más que el año anterior), aunque algunos pueblos no tienen aún las conexiones más adecuadas ni la suficiente cultura digital.

Universitarios y estudiantes

¡Abuela, déjanos el apartamento de Torrevieja para un fin de semana! Solicitaba una nieta de 21 años acompañada por tres primas hermanas de 21 y 19 años. Y es que para pasar un buen verano, los jóvenes universitarios dependen de su maltrecha economía y de la de sus padres, los  que, mirando hasta el último céntimo para los estudios del hijo, no están dispuestos (habrá algunos que sí) a pagarles unas vacaciones mientras ellos están trabajando o no las pueden disfrutar. Por eso, la imaginación y el ingenio de los jóvenes estudiantes se agudiza para pasarlo bien y al menor coste posible.

Una opción es trabajar en verano en restaurantes, hoteles, bares o locales de ocio con los que, después de transcurrida la temporada estival, puedan darse un merecido homenaje. La oferta de empleo es muy diversa durante estos meses y las más conocidas pueden ir desde dar clases particulares, ser monitores en campamentos, becario, trabajar como operario o salir al extranjero. Una vez conseguidos ingresos, algunos son conscientes de la necesidad de guardar para el invierno, como una hormiguita, mientras otros no están dispuestos a ahorrar para el mañana más próximo. No obstante, la costumbre del ahorro o de no malgastar se debe inculcar entre los hijos, aunque socialmente se incite al consumo, apuntan los especialistas.

Pese a todo, jóvenes y verano están muy imbricados; si han aprobado todo intentan asegurarse unas buenas vacaciones en compañía de los amigos, fundamentalmente en conciertos o festivales de verano, o en las fiestas y ferias locales, o con experiencias más o menos inolvidables. Si no han aprobado, la travesía por estos meses puede resultar más costosa porque, en el peor de los supuestos, tienen que trabajar para conseguir un poco de dinero, además de estudiar y, por supuesto, nada de ir al piso de Torrevieja de los abuelos.

Texto: Oliva Carretero

Fotos: Ayer&hoy