No siempre un viaje, para ser atractivo, debe tener como destino grandes ciudades, grandes monumentos, famosas obras de arte o espectaculares parajes naturales. Muchas veces en la humildad del objetivo se encuentra el gran premio que nos hace disfrutar de una aventura jamás sospechada. Y, además, casi siempre al lado de casa. Por ejemplo, ¿en Albacete  hay algo que ver? ¿No merece la pena hacer una parada para descubrir qué esconde la localidad más grande de Castilla-La Mancha? Albacete no es una gran ciudad monumental pero cuenta con un gran número de atractivos que bien merecen una escapada.

Empezaremos por la plaza del Altozano, el centro neurálgico donde se encuentra la mayor concentración de edificios con valor arquitectónico. Se trata de una plaza ajardinada donde podemos admirar el Antiguo Ayuntamiento, el Gran Hotel o el edificio del Banco España que, junto a cafeterías, tiendas y hoteles completan la que podríamos llamar la plaza Mayor albaceteña. Pero ojo, porque la verdadera plaza Mayor es otra más pequeña que hoy ya no cumple con la función que suelen tener estas plazas en la mayoría de las ciudades. Justo en el centro de esta plaza se encuentra el  Monumento al Cuchillero de Albacete. El Mochilero (como también se le conoce) es una estatua que homenajea a la figura de los viejos vendedores de navajas. Todo un clásico de la ciudad.

Y ya que hablamos de cuchillos aquí tenemos el Museo de la Cuchillería, natural en una ciudad en la que la industria de la cuchillería es una de las más importantes y santo y seña de  Albacete. No olvidemos que la mayoría de los cuchillos que podemos ver en las mesas de la mayoría de los restaurantes de todo el mundo ¡son de Albacete! Es un museo muy original y el edificio que lo alberga es un bonito palacete de principios del siglo XX, la Casa del Hortelano. Además de recorrer la historia de la cuchillería a lo largo de los siglos, tienen piezas espectaculares y curiosas que encantarán al viajero.

Después de haber callejeado un poco la ciudad y llegar hasta este punto nos preguntamos: ¿y esto cómo ha llegado hasta aquí? Hablamos de El Pasaje de Lodares. Técnicamente podemos decir que es una galería comercial y residencial con cubierta de hierro y vidrio, y columnas de estilo renacentista. Sentimentalmente es el rinconcito más querido y apreciado por los albaceteños. Y no es para menos, a imagen y semejanza de las galerías italianas, este edificio es seguramente el más bonito de toda la ciudad. Además, dentro se encuentran pequeños comercios locales, los de toda la vida. A nadie le dejará indiferente.

Pero hay algo que sí que es ya casi mundialmente conocida: La Feria de Albacete. Albacete es más que su Feria, Albacete es La Feria. Es una contradicción decir esto pero es así. Once días en los que todos los habitantes y visitantes viven al máximo. Nadie duda a estas alturas de que es una de las mejores fiestas de España. Todo se concentra en un sólo recinto: conciertos, barracas, folclore, tradición, devoción, artesanía, puestos de comida y música no hasta altas horas de la madrugada, como en otros lugares, sino en sesión continua. La Feria de Albacete nunca está parada. Desde 2008 está declarada  Fiesta de Interés Turístico Internacional.  Finalmente no podemos olvidarnos de “La Zona”. Así llaman los propios albaceteños a las calles con bares de tapas y copeo. Las principales son la calle Concepción y la calle Tejares. Los bares se han acostumbrado a cambiar de piel según la hora que sea del día. Terraceo y tapas por el día, vermú torero por la tarde y bailoteo por la noche. Es lo mejor de todo, vayamos a la hora que vayamos siempre hay un gran ambiente.

De visita obligada: La Catedral

Los propios albaceteños no valoran demasiado esta obra arquitectónica finalizada en el siglo XX, pero es muy recomendable visitarla. Declarada Bien de Interés Cultural tiene sus orígenes en un antiguo templo mudéjar de finales del siglo XIII, sobre el cual se comenzó a levantar en 1515 la actual catedral en estilo renacentista, de manera que el antiguo templo iba siendo demolido conforme el nuevo avanzaba, y no fue hasta 1949 cuando se terminó con su aspecto actual, con su exterior de estilos neorrománico y neogótico. Situada en el centro histórico de la capital, es el templo principal y la sede episcopal de la diócesis de Albacete, y alberga su interior la imagen original de la Virgen de Los Llanos, la patrona de la ciudad, donde es venerada. El templo presenta tres naves y tres tramos separados por cuatro elegantísimas columnas jónicas de 13,65 m de altura, quizá las más hermosas del Renacimiento español, técnicamente diseñadas por Diego de Siloé y artísticamente por Jerónimo Quijano. Es su interior el que alberga el mayor tesoro del templo. En 1958 Casimiro Escribá realizó la que aún es la mayor obra pictórica de un solo autor en todo el mundo: una serie de óleos sobre soporte de tela formando once paramentos, con una superficie total de unos 1.000 metros cuadrados (por delante de la Capilla Sixtina), adheridos a los muros.