El pregonero, Antonio Moreno, recordó sus vivencias y las ferias de antaño.

Inauguración Fiestas de AlcázarLa Plaza de España se llenó de gente en la tarde del viernes, 2 de agosto, para dar comienzo a la Feria 2016 con el pregón del alcazareño Antonio Moreno, doctor en ciencias físicas y catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid. Moreno realizó un emotivo recorrido por sus vivencias y sacó a la luz recuerdos de las ferias de antaño. Por su parte, la alcaldesa alcazareña, deseó que esta Feria sea un punto de inflexión para Alcázar y realizó un paralelismo con las del año 1979, las primeras fiestas democráticas, después de las que el pueblo comenzó a cambiar y a conseguir avances y mayores servicios. Tras el pregón y la imposición del pañuelo a Don Quijote y Sancho por la peña ‘Los Manchegos’, se realizó el tradicional pasacalles hasta el recinto ferial donde el pregonero se encargó del encendido de luces y se cortó la cinta.

Los pollos asados, la noria, la pólvora, la música, el circo, las competiciones deportivas, los toros, el primer amor, la vendimia… se mezclaron en los recuerdos feriales del pregonero de las fiestas alcazareñas 2016. Recuerdos, muchos de ellos, que siguen teniendo vigencia y definen a la perfección la feria de Alcázar, otros, muestras de un tiempo con nombres y apellidos que los mayores del pueblo pudieron rememorar escuchando las palabras de Antonio Moreno. Un pregón pronunciado desde los sentimientos que, tras realizar un recorrido por el pasado, terminó mirando hacia el futuro y poniendo en valor la declaración de Alcázar de San Juan como ‘Ciudad de la Ciencia y la Innovación’. Moreno deseó que Alcázar sea, además de una ciudad por la ciencia, “una ciudad por la concordia, por el bien común, por la diversidad, por el progreso, por la tolerancia, por el bienestar y por el buen gusto que caracteriza a los pueblos cultos”.

En este mismo sentido fueron las palabras pronunciadas por la alcaldesa alcazareña, Rosa Melchor, en la presentación del pregón, mostrando su convencimiento que a partir de este momento, cuando comienza un nuevo curso escolar, “Alcázar comenzará su movimiento hacia arriba” después de “poner al día” las cuentas municipales y “recuperar algunos de los servicios que se habían perdido”. Melchor no quiso hablar de “logros” ni de “promesas”, sino desear a sus convecinos y convecinas que disfruten de las fiestas, “después ya habrá tiempo para reflexionar”. Recordó las primeras fiestas democráticas en las que, otro profesor ilustre, fue el pregonero; un Enrique Tierno Galván que hablaba de “tiempos difíciles” en los que había que trabajar para “cambiar las cosas” y mejorar los pueblos, desde “la concordia y la tolerancia”. Igualmente, la alcaldesa alcazareña recordó lo que, en aquel entonces, escribía en su saluda el primer alcalde democrático, Emilio Fernández Agraz, calificando a los políticos como “peones elegidos por el pueblo” que, “con humildad, tenemos que trabajar por mejorar las cosas”. Unas palabras que la alcaldesa señaló están de plena actualidad y que, igual que entonces, hay que aplicar a la práctica en el trabajo diario. Lanzó un mensaje de esperanza deseando –al igual que ocurrió después de 1979- que Alcázar avance y comiencen a materializarse los resultados del trabajo que en este año se ha realizado desde el Ayuntamiento, de lo que dijo “estar segura”.

Tras el pregón, se hicieron dos regalos al pregonero, una obra del pintor autodidacta alcazareño ‘Aureo’ y el cumplimiento de una ilusión infantil que tenía frustrado a Antonio Moreno, salir en las fiestas vestido de cabezudo. Así, pudo comprobar lo que se siente dentro de una de estas cabezas de cartón.

Gigantes y cabezudos acompañaron el pasacalles –tras la imposición del pañuelo a Quijote y a Sancho a cargo de la peña ‘Los Manchegos’- hasta la entrada del recinto ferial donde se procedió al encendido de luces y al tradicional corte de cinta.