Más de tres millones de personas en nuestro país son trabajadores autónomos. Un colectivo enormemente activo e importantísimo para la economía y la sociedad española. Pero ser autónomo en España no es ninguna ganga, trabajan sin horario, sin sueldo fijo, a veces sin vacaciones, la casi imposible conciliación con la vida familiar en muchos casos, ponen en riesgo su dinero, se ponen menos enfermos que otros colectivos, sufren interminables burocracias administrativas… Muchos de ellos lo hacen por vocación, pero otra gran mayoría son autónomos por necesidad porque no les quedó más remedio que crear su propio puesto de trabajo. Emprendedores jóvenes, y no tan jóvenes, además de valientes, que deciden poner en marcha su propia empresa o negocio aun con la incertidumbre diaria que ello conlleva.

Más de tres millones de españoles trabajan por cuenta propia, es decir, son autónomos, una palabra mágica y a la vez perversa. Mágica por lo que supone el poder contar con algo propio y perversa por todo ese confuso papeleo que le supone a cualquier persona el poder llevarlo a cabo, y no solamente el papeleo, sino también por los riesgos que conlleva.

Varias encuestas realizadas señalan que casi el 50% de los autónomos españoles opinan que la burocracia administrativa es el mayor problema al que se enfrentan diariamente, por encima de otros como el de los impuestos o las labores comerciales que deben llevar a cabo para captar clientes.

Asimismo, hasta finales del año 2018, -cuando el gobierno acordó con las principales asociaciones y federaciones de autónomos mejorar las prestaciones por accidentes de trabajo o enfermedad-, los autónomos casi no tenían derecho a ponerse enfermos. Es más, el 75% de los autónomos no se ha cogido una baja jamás. Pero no podemos decir que esto se considere un mérito, al contrario, porque muchos de ellos siguen con su actividad laboral cuando física o psicológicamente no se encuentran en condiciones.

Pero la gran asignatura pendiente de los autónomos es la cotización en el sistema llamado RETA (Régimen Especial de Trabajadores Autónomos). En España, más del 85% de los autónomos cotizan por la base mínima, aportando el 11% de todo lo que el sistema recauda por cotizaciones, -cerca del 70% lo aportan las empresas-, consecuencia de ello, son las bajas prestaciones que obtienen cuando llegan a la jubilación o tienen que dejar su actividad por enfermedad. La cotización media entre los autónomos españoles está en poco más de 3.000 euros al año, y entre los asalariados ronda casi los 6.000 euros anuales, existiendo una brecha de más del 40% que supone que las prestaciones sean muy dispares entre un colectivo y otro.

 

¿Estás preparado para ser tu propio/a jefe/a?- A lo largo de nuestra vida laboral, muchos de nosotros nos hacemos la siguiente pregunta: ¿debería emprender con un negocio propio? o ¿y si me hago autónomo? Algunos por necesidad, otros porque ven una oportunidad u otros porque piensan que ser su propio jefe está lleno de ventajas para no depender de nadie, crecer como profesionales, administrar mejor su tiempo o poder ganar más dinero. Una decisión así no es tarea fácil y no todo el mundo vale para ello.

Ser o no ser autónomo, esa es la cuestión. Ser autónomo implica, entre otras cosas, tomar tus propias decisiones. Y para ello, hay que asumir riesgos, cargar con las consecuencias y la responsabilidad que conlleva. Ser tu propio jefe es a la vez tener muchos otros jefes: tus clientes. Asimismo, ser tu propio jefe involucra también afrontar diversas tareas como la organización, planificación de proyectos, jornadas de trabajo interminables, imprevistos, etc.

Pero por si todo esto fuera poco, además de la ardua tarea que desempeñaremos en nuestro negocio, se le une la burocracia administrativa: subvenciones, tasas, desgravaciones, IVA, IRPF y demás tramites que, hacerlo por uno mismo, conllevará un ahorro de dinero, pero no de tiempo, por lo que una buena opción es que todo ese proceso burocrático sea llevado por profesionales expertos en la materia. Ser autónomo no es una tarea sencilla, pero si eres bueno en lo que haces y le ves una proyección a largo plazo, seguro que merece la pena.

Vamos a profundizar un poco más acerca las ventajas e inconvenientes, porque ser tu propio jefe está muy bien, trabajando donde quieres, con tu propio horario, a tu manera… pero no es fácil. La gran odisea del autónomo es ante todo la burocracia que conlleva, esos trámites con la Administración que pueden llegar a sacar de quicio a más de uno.

Para comenzar a formar parte del sistema de la Seguridad Social como trabajador autónomo, lo primero que hay que hacer es darse de alta en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA). Este alta como autónomo no es el único trámite, además deberás gestionar con los organismos dependientes de la Seguridad Social, o colaboradores, como es el caso de las mutuas, las coberturas sociales derivadas de tu cotización. Si además vas a tener trabajadores a tu cargo, deberás añadir otros trámites. Pero esto no termina aquí, igualmente debes darte de alta en Hacienda antes de iniciar tu actividad, indicando tus datos personales, domicilio fiscal y qué tipo de actividad vas a realizar que será lo que marcará tus obligaciones fiscales relacionadas con dos de los principales impuestos: el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) y con el Impuesto de la Renta de las Personas Físicas (IRPF).

Bien, ya hemos arrancado, ¿y ahora qué? Pues llega el turno del calendario fiscal, que marca la fecha de cumplimiento de tus obligaciones fiscales. No todos los autónomos realizan las mismas presentaciones o los mismos pagos de impuestos, depende también de la actividad que se realice o clientes que se tengan. Asimismo, también varían en la periodicidad, pudiendo ser trimestral y/o anualmente. Si bien, como dato positivo a destacar, es que la burocracia del autónomo se ha digitalizado, por lo que, los tramites electrónicos conllevan un ahorro importante de tiempo.

Bien, tras dar un breve repaso por la burocracia administrativa, y decimos breve porque así ha sido, ya que nos haría falta todo un reportaje para hablar de ella, nos vamos a centrar ahora en las ventajas e inconvenientes de la determinación de ser autónomo.

Cuando decidimos crear un negocio, podemos ver si nos conviene más darnos de alta como autónomo individual o crear algún tipo de sociedad, aunque nos centraremos en la primera de ellas. Entre las ventajas de ser empresario individual autónomo encontramos que es la manera más sencilla, rápida y económica de dar de alta nuestro propio negocio, además, requiere menos gestiones y trámites, se mantiene un control total del negocio y tiene menos costes. Entre los inconvenientes, podríamos destacar que no existe diferencia entre el patrimonio profesional y el personal, por lo que, con nuestros propios bienes deberíamos responder ante deudas a terceros, además, si los beneficios son superiores a 45.000 euros anuales, se paga más en impuestos que una sociedad.

Pero si profundizamos más entre las ventajas y desventajas de ser emprendedor, y nos preguntamos si de verdad nos merece la pena montar nuestro propio negocio, evidentemente no es una respuesta fácil. Pueden ser muchas las motivaciones que tengamos a la hora de emprender con un negocio propio, pero crear y consolidar una empresa es un proceso arduo y complejo, donde se ponen en juego muchas fichas, tanto personales como profesionales. Por lo que, debemos reflexionar y poner sobre la mesa ciertos aspectos a tener en cuenta, por un lado las ciertas ventajas como la autonomía propia, la flexibilidad horaria, la estabilidad, el tener algo propio, mayores ingresos, la satisfacción personal…y por otro lado las desventajas como el riesgo económico, mayor tiempo de dedicación, la incertidumbre… Si ponemos todo ello en una balanza, ¿compensa? Un alto porcentaje de autónomos dice que SÍ, y tú, ¿Te atreves?

 

Soy autónomo y estoy orgulloso serlo.- A lo largo de este reportaje hemos hecho un repaso acerca de qué es ser autónomo, como llegar a serlo, los procesos que conlleva, sus ventajas e inconvenientes, etc. Muchas veces los artículos de prensa relatan lo difícil, y a veces trágico, que es ser autónomo en nuestro país. Muchos, la mayoría seguramente, no faltan a la verdad, pues hacerse autónomo en un país como el nuestro implica dificultad y no todo el mundo está preparado.

Antonio, un nombre escogido al azar, como podría haber sido cualquier otro como Pilar, Juan, María, Elena, Raúl, Carmen y un largo etcétera hasta llegar a los más de tres millones de autónomos que existen en nuestro país, son nombres de personas que dedican su vida laboral con esfuerzo e ilusión para llevar a cabo la tarea diaria de seguir adelante con su negocio o empresa.

Volviendo a Antonio, que nos servirá para contar está breve historia de ser autónomo y estar orgulloso de serlo, y en la que muchas personas que lean esto se verán seguramente reflejadas de alguna manera, es una persona que ha vivido a ambos lados del charco, trabajando por cuenta ajena y como autónomo. Empezó joven, a los 18 años, trabajando en un taller mecánico por cuenta ajena, aunque anteriormente, ya había trabajado un par de veranos como camarero para conseguir algo de dinero y poder comprarse algún capricho, sobre todo videojuegos para jugar en su PlayStation.

Tras casi 10 años trabajando por cuenta ajena, primero como mecánico, después como carpintero y posteriormente como vendedor, no veía un futuro claro, rondándole por la cabeza varios pensamientos de frustración como; “me pagan muy poco”, “yo sabría gestionar mejor la empresa”, “mis compañeros trabajan menos que yo y cobran más”… A la vez que pensaba; “viviría mejor siendo mi propio jefe”, “podría hacer las cosas como yo quiero” o “nadie me daría ordenes ni me diría lo que tengo que hacer”.

Con todo esto, Antonio, ilusionado, decide dar el paso de trabajar por cuenta propia. Tras informarse de lo que es ser autónomo, su cara desencajada reflejaba la complejidad de donde se quería meter: Cuota mensual fija de cerca de 300 euros con o sin ingresos; los diferentes trámites administrativos; la incertidumbre de saber si vas a cobrar o no y/o cuándo lo que facturas; hacerte un hueco entre la competencia; captar clientes y saber mantenerlos… todo ello sin contar que tuviéramos la necesidad de necesitar algún empleado. Y claro, con todo esto, a Antonio ya no le parecía tan maravilloso eso de ser autónomo.

Pero, ¿sabéis que? Ya han pasado 8 años desde que Antonio comenzó su aventura de ser autónomo, de ser su propio jefe y, a sus 35 años de edad, se siente orgulloso. ¿Orgulloso por qué? Se preguntarán muchos de nuestros lectores tras ver la odisea, o parte de ella, que hemos reflejado anteriormente. Pero más allá de eso, Antonio, el personaje de esta historia y a la vez el reflejo de muchas personas autónomas de nuestra sociedad, ha sabido gestionar su tiempo con una gran responsabilidad, decidiendo cuándo y cómo dedicarlo, se ha marcado y se marca una serie de objetivos a diario, decidiendo cómo hacer las cosas siendo responsable de diseñar su propio futuro y, además, definiendo lo que quiere ser y cómo quiere ser… pese a los miles de impedimentos que existen.

Sin duda, ser autónomo es toda una montaña rusa de emociones donde, aunque en ocasiones se pueda llegar a pensar en tirar la toalla, los pros son doblemente más satisfactorios que los contras, con el placer de poder ser lo que quieres ser y hacer lo que quieras hacer.

En estos 8 años, Antonio podría contar cientos de historias negativas; facturas que no pudo cobrar, meses sin ingresar prácticamente un euro, procesos judiciales por impagos, inspecciones de trabajo, incertidumbres diarias… pero la realidad es que, en muchos casos, sobrevivirás con cierta estabilidad si eres bueno en lo que haces o en lo que ofreces y cómo lo ofreces. Pero en otros, descubrirás que lo de gestionar algo propio no es lo tuyo y querrás volver a la comodidad que te da trabajar por cuenta ajena, esa que te frustraba, y, en algunos casos, el comenzar como autónomo solo será un primer paso para crear una empresa mucho más amplia.

Y es que, ser autónomo no es ni bueno ni malo, ni mejor ni peor, es algo muy personal, con luces y sombras, y no para todo tipo de personas. Ser autónomo es no tener miedo al riesgo, vivir con incertidumbre o ser capaz de analizar y autoanalizarse a la hora de tomar decisiones. En cuanto a las opiniones que puedan tener las personas que no han vivido en su persona “la aventura de ser autónomo”, carecen de sentido.

Antonio es autónomo, le gusta, se siente orgulloso y quiere seguir siéndolo durante muchos años, pese a tantos contras con las diferentes administraciones, la carga de impuestos, los impagos, la incertidumbre… porque al fin y al cabo se gana la vida como quiere y con lo que quiere.

 

¿Cómo está la situación actual con los autónomos?- La Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA) hizo balance del año 2020, donde las restricciones sanitarias debido a la pandemia han tenido, tienen y tendrán consecuencias económicas de enormes proporciones. El noveno barómetro realizado por ATA, con especial incidencia en las consecuencias que la Covid-19 está produciendo en los autónomos de nuestro país, reflejan la complicada situación que están atravesando.

El barómetro refleja que más de 2 millones de autónomos han perdido más de 15.000 euros de facturación en el pasado año, lo que supone que los autónomos españoles han perdido más de 65.000 millones de euros en 2020 debido a la pandemia. Este es uno de los principales resultados que se extraen de la encuesta realizada por ATA a principios de enero.

El presidente de ATA, Lorenzo Amor, señala que, “a esos más de 65.000 millones de pérdidas, las ayudas directas han supuesto 9.6000 millones de euros, lo que significa que un autónomo ha perdido de media unos 20.000 euros y las administraciones les han ayudado con 3.000 euros”. Estamos hablando de que por cada 100 euros solo se les ha ayudado con 15 euros.

Además, este pasado año ha supuesto que el 85% de los autónomos hayan perdido actividad por encima del 60%. “Hay unos 400.000 autónomos que tienen sus negocios cerrados y el 50% está trabajando a la mitad o menos con las restricciones”, indica el presidente de ATA. Asimismo, destaca que la morosidad se ha incrementado y que el crédito ha sido un salvavidas, “un millón de autónomos han tenido créditos, pero desgraciadamente a 250.000 se les ha denegado y 400.000 están a la espera de tener financiación a lo largo de este año”.

Lorenzo Amor señala también que “no se puede retrasar más la prórroga del cese de actividad para los autónomos y facilitar que puedan acceder a él aquellos que no la solicitaron en marzo”, añadiendo que “se avecina un desastre para autónomos, empresas y trabajadores si no se acompaña de un plan urgente de medidas económicas”.

El 2020 ha sido un año horrible para miles de autónomos que han tenido que reducir sus plantillas, han tenido pérdidas que no saben si recuperarán e incluso han tenido que echar el cierre en la ruina absoluta. Por ello, “es urgente establecer desde ya un plan de emergencia con vistas a unos meses muy complicados con una tercera ola que ya tenemos aquí”, indica Amor.

Las previsiones para este 2021 son complicadas, la mitad de los autónomos prevé que este año siga cayendo su actividad, y lo más preocupante, es que 300.000 autónomos ven incierto su futuro. “Se necesita liquidez e impulso en el consumo y la demanda para poder amortiguar la caída de la actividad y evitar el cierre de empresas y autónomos y por ende la destrucción de empleo”, concluye el presidente de ATA.

 

Miguel Ángel Rivero, presidente de CEAT (Asociación Intersectorial de Autónomos de la Provincia de Ciudad Real)

“Ser autónomo es ser un valiente”

Ser autónomo hoy en día en nuestro país es ser un valiente. Ya lo era desde el principio de los principios, partiendo de la base de que el trabajador autónomo, con o sin trabajadores a su cargo, es el primero en llegar a la empresa y el último en irse. El autónomo es el único trabajador que para comenzar con su actividad tiene que empezar poniendo dinero antes de generar ni un solo euro; alta en la seguridad social, compra de material, licencia de apertura, tasas, etc.

Hemos sido los grandes olvidados cuando resulta que, por suerte o por desgracia, en España el tejido empresarial consta de un 85% de autónomos que tienen entre 0 y 5 empleados a su cargo. Y digo hemos sido, porque ahora parece ser que se nos está tomando un poco más enserio, pues a través de las asociaciones de autónomos a nivel nacional se están consiguiendo algunas de las reivindicaciones exigidas a los diferentes Ministerios, aunque siempre se necesita más. No se puede consentir que a un autónomo que no se le permite abrir su negocio tenga que seguir pagando la cuota de la seguridad social. Al igual que es desorbitado que a un autónomo por devolver un recibo de la seguridad social o no poder pagarlo a tiempo se le cobren unos intereses de un 10% (antes un 20%) cuando, ese autónomo que le trabaja a la administración, y que se tira meses y meses sin cobrar, lo único que pueda hacer es lamentarse y desesperarse.

Al margen de esto, nuestra función desde CEAT es la de estar en perfecta sintonía con las administraciones, tanto provincial como regional, para conseguir todo lo que esté en nuestra mano para ayudar a nuestros autónomos. De hecho, se ha conseguido que la Diputación Provincial disponga de una cantidad de dinero para que los diferentes ayuntamientos puedan contratar a los autónomos de su pueblo con contratos menores sin tener que salir a licitación. Asimismo con la Administración regional, reclamando constantemente ayudas para todos aquellos que lo están pasando mal. Pero tiene que quedar clara una cosa, los autónomos más allá de las ayudas, lo que quieren es que les dejen trabajar. Porque un autónomo no es una persona que vaya con traje y corbata, que también, o que pueda realizar su trabajo desde casa con el teletrabajo, sino que el autónomo es un hostelero, un pintor, un carpintero, un taxista… que no pueden dejar su trabajo, por eso nuestra labor es ayudarles e informarles en todo momento.

Y qué decir de la ley de segunda oportunidad en nuestro país, la más perniciosa probablemente del mundo. Cuando un autónomo se cae, bien porque no se haya recuperado de la crisis del 2008 o por diversas circunstancias empresariales, no puede volver a levantar cabeza, cuando en otros países condonan esa deuda o les ayudan para que puedan volver a comenzar, todo lo contrario que aquí.

Pero termino como empecé, destacando que ser autónomo en nuestro país es ser un valiente. Porque un autónomo es las 24 horas del día los 365 días del año, con momentos de soledad y tristeza, pero por supuesto también de felicidad. Hemos salido de muchas, el autónomo tiene la facilidad de caer 20 veces y levantarse 21. “De esta salimos y de esta vamos a salir”.

 

El autónomo se siente feliz

El trabajador por cuenta propia se siente feliz, ser su propio/a jefe/a o la flexibilidad horaria son las principales causas, aunque un alto porcentaje afirma que trabaja de forma independiente por necesidad.

Así lo señala el último informe realizado sobre autoempleo por Adecco e Infoempleo, donde la mayoría lo hacen por necesidad más que por cualquier otra circunstancia. Concretamente, el 63,4% asegura haberse dado de alta por necesidad u obligación frente al 36,6% que lo hacen por vocación o como una oportunidad de negocio. Pese a ello, el 66,7% afirma que se siente mucho más feliz desde que trabaja de forma independiente. Las mayores ventajas de trabajar como autónomo son la de ser su propio/a jefe/a con un 53%, seguido de la flexibilidad horaria con un 51,1% y contar con mayor libertad o trabajar en lo que les gusta con un 44,4%. En cuanto a los principales problemas a los que tienen que hacer frente, el 49,3% señala que son las elevadas cargas sociales y administrativas, seguido de la alta fiscalidad con un 47,2% y la complejidad de encontrar clientes con un 38,4%.

De todos los encuestados, el informe también señala que el 64% puso en marcha su negocio hace menos de 5 años frente a un 18,9% que lleva más de una década. Asimismo, antes de montar su negocio actual, el 72,1% trabajaba por cuenta ajena, el 16,6% no trabajaba y el 11,3% lo hacía por cuenta propia. Referente a la financiación para poner en marcha su negocio, el 71,1% lo hizo de sus ahorros o capital propio. Acerca de si existen suficientes ayudas para facilitar el emprendimiento en España, el 90,1% dijo que no y un 92,4% señaló que no hay suficiente información respecto a las ayudas que existen para autoemplearse.

En cuanto a las jornadas laborales, haciendo la media, el promedio de todos los encuestados es de 5,59 días a la semana y de 8,54 horas al día, donde un 61,5% preferiría tener un empleo por cuenta ajena a tiempo completo frente a un 38,5% que seguiría trabajando por cuenta propia.

 

Autónomo de sentimiento

El ser autónomo puede surgir de diversas maneras, ya sea por querer emprender con nuestro propio negocio, por ver una oportunidad de futuro, por vocación, por necesidad, porque es nuestro sueño, porque sí… y por supuesto por sentimiento. Sentimiento a que no se pierdan empresas legendarias que nuestros antepasados pusieron en funcionamiento con mucho esfuerzo y dedicación. Es el caso de la empresa Harinas y Piensos Simón de La Solana, que cuenta con seis generaciones a sus espaldas, una larga estirpe de molineros cuyo oficio ha pasado de padres a hijos.

Su gerente actual, Pedro José Simón, cogió el testigo en el año 2013, meses después del fallecimiento de su abuelo, que se marchó sin saber el futuro de su apreciado molino. Decimos esto porque, Pedro José, por aquella época tenia trabajo fijo en una empresa de transporte, y su padre, prejubilado por enfermedad, hacía presagiar que la empresa de Harinas y Piensos Simón, o también conocido como el molino San José, tenía los días contados.

Pero lejos de que desapareciera, y con ello también la elaboración tradicional de la harina de almortas como se lleva realizando durante décadas en esta empresa, Pedro José Simón decidió abandonar su trabajo por cuenta ajena de transportista para seguir con la tradición familiar que había mamado desde muy pequeño para aventurarse en la vida de autónomo, un autónomo de sentimiento.

Y no solo para seguir con la tradición, sino también para reinventarse, por ello, tuvo la idea de convertir su molino en un reclamo turístico, organizando visitas guidas para que todo el mundo pueda contemplar el funcionamiento y el procesado de la almorta o guija hasta convertirse en harina para la elaboración de las tradicionales gachas manchegas, y a su vez, que la gente siga recordando en la actualidad los tiempos pasados.

Igualmente, tanto Pedro José como su familia, han luchado durante años para que se regularizara la prohibición que tenía la comercialización de esta harina para el consumo humano, consiguiendo que en la actualidad se haya logrado poner punto y final a esa prohibición para el bien de todas las empresas que se dedican a la elaboración de la harina de almortas. 

Texto: Ayer&hoy. Fotos:Pixabay