Lorenzo Delgado Alarcón (Socuéllamos, 16-5-1963) es presidente de la Asociación de Empresarios de Industrias Vitivinícolas de Ciudad Real (APEIV) desde 2018. La asociación lleva un largo recorrido, siendo su labor principal la defensa de sus asociados que mueven un importante volumen de dinero en Castilla-La Mancha, teniendo además un enorme tejido de agricultores y viticultores que sostienen la economía, los pueblos y la vegetación de nuestra región. En esta crisis sanitaria por el Covid-19, Apeiv lucha por la posibilidad, que ven factible, de que se destile vino para alcohol sanitario y de uso de boca, que evite más contagios y muertes.

“Podemos destilar alcohol de calidad porque tenemos vino y tecnología”

Pregunta.- ¿Cuáles son ahora las principales ocupaciones y preocupaciones del sector de industrias vitivinícolas?

Respuesta.- Habitualmente, por estas fechas, ya estamos pensando en la campaña que viene, quedan muchos meses y aún puede haber algunos riesgos en viñedo como heladas…, pero es cuando se decide realmente la cosecha.

Por otra parte, el sector está comprobando con preocupación que no hay suficientes existencias de alcohol en farmacias, hospitales, supermercados… para hacer frente a la crisis sanitaria del coronavirus. A sabiendas de que en bodega tenemos existencias de vino de sobra y dentro de unos meses vamos a tener más, el sector se pregunta por qué no se puede transformar el vino en alcohol, un alcohol además que es de primera calidad, destilado y apto para el consumo humano. Creemos que esa es la primera necesidad que tienen las bodegas y además urge sanitariamente, por lo que lo hemos solicitado a las autoridades competentes.

P.- El sector ha soportado varios varapalos en los últimos tiempos, como la crisis de 2008, pero esta pandemia ¿se parece a algo que hayan sufrido ustedes anteriormente?

R.- La agricultura y el sector de industrias agroalimentarias notaron las crisis económicas de años atrás, pero no tanto como otras actividades debido a que con el boom tampoco habíamos subido tanto, con lo cual nos mantuvimos. Esta crisis sanitaria no se parece a nada ocurrido anteriormente y van a pasar meses e incluso años hasta que nos normalicemos. Bajo mi punto de vista, van a cambiar los hábitos en la comida, en las vacaciones, los comportamientos en las reuniones, en el transporte… La economía va a tener más claro donde se gasta el dinero, porque llevábamos un crecimiento demasiado rápido y dábamos importancia a cosas que realmente no eran tan importantes. Ahora en el sector estamos viendo qué cosas son de primera necesidad y qué otras cosas son gastos innecesarios. Veremos un tránsito hacia otra forma de comportamientos, de trabajo y de consumo. Espero que saquemos la parte positiva de todo esto.

P.- ¿Y cómo se tendrían que adaptar las industrias vitivinícolas a estos cambios?

R.- Siempre hablamos de vino y de botellas pero se nos olvida que nuestras cepas dan uvas. Depende de cómo vengan los próximos años y las necesidades del mercado, podemos adaptar nuestra producción, destinándose un mayor porcentaje a zumos, a vinagres de alimentación, otra proporción bastante más grande a hacer alcoholes sanitarios y para beber… Por otra parte, habría que diferenciar, en producto y en precio, a los alcoholes de vino que son de calidad, de otros alcoholes químicos, destilados vegetales, ecológicos… igual que ocurre en los productos de alimentación, creo que eso se va a hacer, porque lo pedirá el mercado.

El sector vitivinícola ha estado miles de años cultivando el viñedo y con la tecnología actual es un producto que tiene muchas utilidades y va a seguir estando presente, adaptándolo a las necesidades del mercado.

P.- El pasado 23 de marzo solicitaron por escrito la autorización al Ministerio de Sanidad y a la Consejería de Agricultura para destilar el vino para alcohol sanitario y de uso de boca, ¿qué les han respondido?

R.- El Ministerio de Sanidad nos derivó a la Consejería de Agricultura y ésta no se negó, en respuesta enviada el pasado 16 de abril. Ahora son las alcoholeras las que deberían mover ficha. En todo el país hay 18 alcoholeras, 8 de ellas en Castilla-La Mancha, de tecnología puntera.

P.- ¿Cómo seguiría entonces el proceso?

R.- La administración regional no se opone a que esta destilación esté controlada y como marca la ley, el Ministerio de Sanidad se pronunció el pasado 24 de abril diciendo que ha dado traslado al Ministerio de Industria que es el organismo competente para dictar resolución. Después habría que buscar un pacto de precios, las empresas vitivinícolas que lo deseen se podrían acoger a esta destilación que conllevaría además unas ayudas de fabricación para no comprar demasiado barato, activando así la economía y manteniendo los puestos de trabajo. Hemos pasado a las alcoholeras la comunicación de la Junta de Comunidades y el pasado 18 de abril nos respondió la Asociación de Destiladores y Rectificadores de Alcoholes y Aguardientes Vínicos (Adevin) señalando que, de momento, no existe autorización por parte del Ministerio de Sanidad aunque consideran que la dramática situación de los países productores de vino (España, Italia y Francia) ante la pandemia por el Covid-19 y la sensibilidad social podrían ser motivo para que esta destilación se produjera, si bien dicha destilación debería contar con suficientes ayudas para ser competitivos frente a otros alcoholes deshidratados de procedencia de la gasolina, que sí cuentan con la autorización de Sanidad por la caída de la demanda de gasolina, además de alcoholes no comunitarios.

Para nuestro sector vitivinícola es un asunto que urge, el alcohol destilado es una necesidad para la prevención de más contagios de Covid-19. Además, el alcohol destilado que no absorba el mercado español se podría exportar a otros países, siendo un alcohol para uso sanitario de calidad, más caro, pero claramente con más ventajas que los alcoholes químicos.

P.- ¿Y sería a precio de mercado?

R.- Sí claro, si hablamos de graneles de vino, sería alrededor de 25 a 30 céntimos de euro por litro, es baratísimo, pero es un precio de coste que permite mantener puestos de trabajo, la economía de los pueblos, se pagan impuestos y el producto final para el consumidor, si hay ayudas, sale a buen precio. Si la administración lo ve caro puede incluso quitar el impuesto de alcoholes y abaratarlo mucho más. Hay que buscar una solución para todos, creo que se puede hacer y no es ningún disparate. Desde Francia e Italia también se está pidiendo.

P.- ¿Qué cálculos ha hecho Apeiv de las necesidades de alcohol para uso sanitario?

R.- En la carta remitida a la Consejería de Agricultura el 9 de abril se incluyó una estimación. Si cada habitante utiliza un envase de 100 ml a la semana, serían necesarios 47 millones de envases a la semana, que equivale a 4,7 millones de litros de alcohol, a lo que habría que añadir un 30% más de previsión para profesiones y servicios esenciales como sanitarios, residencias, alimentación, farmacias, transportistas, basuras, funerarias…

P.- ¿Desde las alcoholeras se podría ya distribuir directamente en los puntos de venta al consumidor?

R.- Se debería liberalizar el consumo de alcohol para particulares igual que pasa con los combustibles y las gasolinas, y diferenciar los alcoholes de vino de otros, los que se fabrican en la UE y fuera de ella. Sería igual que un surtidor de gasolina, son empresas homologadas con su punto de venta, donde un consumidor puede ir con una garrafa para su moto, su tractor o su cortacésped; cada uno paga su impuesto, da igual que gaste dos o dos mil litros, en esto debería ser lo mismo, es fácil de entender.

P.- ¿Alguna cosa más que añadir?

R.- Quiero hacer una reflexión en voz alta. En los últimos años, las administraciones han cargado al sector primario de mucha burocracia y con esta crisis sanitaria nos hemos dado cuenta que las ISO 19000 u otros trámites no han sido muy válidos. Sin embargo, sí ha sido eficaz el trabajo de los agricultores, ganaderos y pescadores que están garantizando la cesta de la compra durante la pandemia. Por otro lado, quiero lamentar la política de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, con agentes medioambientales para sancionar y recaudar, cuando los agricultores y ganaderos consumimos el agua para  producir los alimentos de la cesta de la compra, además de mantener puestos de trabajo y nuestros pueblos con una alta calidad de vida sin olvidar que nosotros también cuidamos el medio ambiente, pues nuestros viñedos, olivos y hortalizas son los árboles de Castilla-La Mancha.

Texto: Ayer&hoy. Foto: Cedida por Lorenzo Delgado