Coincidiendo con la fecha de su cumpleaños, un grupo de amigos de Mark Twain decidió mandarle una carta felicitándolo. El único problema que había es que no sabían dónde se encontraba el viajero y trotamundos de su amigo y decidieron, tras varias deliberaciones, poner como destino en el sobre: “Mark Twain, Dios sabe dónde”. Varias semanas después llegó una carta de Twain en la que ponía: “Lo supo”.
Según algunas fuentes, más tarde le enviaron otra carta, esta vez en el destinatario ponía: “Mark Twain, el Diablo sabe dónde”. A la que Twain respondió: “Lo supo, también”. Frecuentes fueron las cartas que le enviaron con las siguientes señas: “Mark Twain, Estados Unidos”, “Mark Twain, el Mundo”, “Mark Twain, en algún lugar” y “Mark Twain, en cualquier lugar”.
En otra ocasión, en uno de sus viajes en tren por EEUU, Mark Twain se topó con el revisor y no dio con el billete. Tras una larga espera, con el escritor rebuscando por todos sus bolsillos, el revisor le dijo:
-Ya sé que usted es el autor de “Tom Sawyer”, así que no se moleste, estoy seguro de que ha extraviado el billete.
Pero Twain seguía buscando y el revisor insistiendo en que no hacía falta, hasta que le confesó:
-Es que, si no lo encuentro, no sé dónde debo bajarme.