Ana María Prieto Espinosa / Farmacéutica Comunitaria

La metadona es un principio activo perteneciente al grupo de los opioides. También lo son la morfina y el fentanilo, fármacos utilizados a día de hoy para tratar el dolor. La heroína, droga ilegal, que tuvo su auge en los años setenta y ochenta, también pertenece a este grupo.

La metadona se utiliza en la desintoxicación de la heroína, ya que se une a los mismos receptores del cerebro de una manera más lenta. Mediante este mecanismo se consigue que se elimine el deseo intenso de consumo y paralelamente que se eliminen los síntomas de abstinencia, es decir, lo que comúnmente se le llama ‘mono’, que puede llegar a producir ansiedad, náuseas, sudoración, entre otros síntomas.

El Programa de Dispensación de Metadona en Farmacias, como su propio nombre indica, consiste en la dispensación de metadona por parte de las farmacias a personas drogodependientes. No se le puede dispensar a todo el mundo ya que no solo se necesita receta, sino que, además, los pacientes vienen derivados de la UCA (Unidad de Conductas Adictivas). En farmacia se procede a la adquisición, conservación y preparación de la metadona debido a que se recibe de manera pura, preparando disoluciones individualizadas con la dosis pautada por el médico de la UCA. Todo esto requiere un registro exhaustivo donde normalmente los pacientes acuden a la farmacia semanalmente, y a la UCA acuden en un periodo más extenso en el tiempo, donde, además, se les realizan controles a los pacientes para ver que están cumpliendo con el programa adecuadamente.

Gracias a la red de farmacias existe una gran cobertura a nivel nacional y hace que se conviertan en puntos de fácil acceso para los pacientes. Esto se traduce en un aumento de la adherencia del tratamiento y de su normalización en cuanto a su entorno y a su vida personal se refiere.

Por otra parte, se evita que vuelvan a consumir heroína y lo que ello conlleva. El uso crónico crea dependencia física y se caracteriza por la búsqueda incontrolable de la droga sin importar las consecuencias. Producen complicaciones pulmonares haciendo que se sea más susceptible a enfermedades como la bronquitis o la tuberculosis. Las personas que se la administran mediante inyección tienden a compartir jeringuillas y esto hace que se transmitan el SIDA y el virus de la hepatitis B y C.

La mayoría de los pacientes consiguen reducir la dosis de metadona con el tiempo y mantienen una vida normal con su familia y su entorno laboral. En algunos casos se ha aumentado la dosis y en muy pocos casos, ha ocurrido alguna recaída en la que dejan las visitas a las farmacias y llevan un mayor control por parte de la UCA. Suelen convivir con la menor dosis de metadona durante toda la vida, pero también hay casos en los que logran dejarla completamente.

El programa tiene una valoración positiva socialmente dado que promueve la inclusión de personas vulnerables, además de unos niveles altos de satisfacción en relación con los objetivos.