Más de un siglo de historia personal y profesional en Campo de Criptana

Bar La Plaza, ubicado en pleno centro de Campo de Criptana, en la Plaza Mayor, es un establecimiento que cuenta con una gran historia personal, profesional y familiar, en la que destaca el enorme trabajo a las espaldas y mucha dedicación.

Todo empieza en 1905, cuando un joven llamado Eugenio Jiménez, decidió abrir la primera taberna de su localidad, con la única ayuda de su ilusión desmedida. Todo indicaba que en principio su destino tenía que ser la agricultura, pero lo cierto es que nunca le gustó ese sector, aunque era el principal sustento de las familias de la época en la zona. Por esto, decidió ganarse la vida por otra vía, y esto marcaría, para bien, las posteriores generaciones de su linaje.

Izq.: Vista general en el parque de la localidad (ahora Parque Luis Cobos). Dcha.: Santiago Jiménez y Conchita Jiménez a finales de los años 60.

Eugenio Jiménez, tenía un hermano, Santiago, que tampoco le agradaban las labores del campo por lo que, después de pasar tres años luchando en la guerra civil como otros tantos jóvenes de la época, se dispuso a acompañar a Santos, su inseparable compañero de batallas en el frente, y decidió acompañarle en la vocación de la religión, marchándose a un Monasterio. Pero el destino de Santiago parece que no era ser monje, por lo que tuvo que volver a su Campo de Criptana natal debido a la muerte de su hermano Eugenio Jiménez, que dejaba un hijo huérfano, y su próspero negocio de hostelería que atender. Por esto, Santiago decide adoptar a Eugenio hijo, y coge las riendas del local.

Después de esto y metidos ya en los años 40, el negocio por suerte sigue prosperando, gracias al fuerte carácter de Santiago, a lo que se añade el magnífico ‘don de gentes’ de Eugenio hijo. Tan bien iba el bar, situado en la ubicación actual de la Plaza Mayor, que Eugenio hijo, con buen ojo para los tratos desde muy joven, compra el local colindante para ampliar el bar por la nada despreciable cifra de 350.000 de las antiguas pesetas. Es a finales de los años 40 cuando Santiago, que por cierto comienzan a llamar cariñosamente los habituales del bar ‘El tío Santiago’, y que está casado con Concepción Ortiz, tiene su primer hijo, al que llaman Jesús.

Gracias a la buena mano en la cocina de Concepción, conocida como ‘la Concha’, el establecimiento comienza a ser un referente en la zona en los años 50, años importantes para la familia ya que nacería la segunda hija de Santiago y Concha, ‘Conchita’. También era habitual disfrutar del servicio del ‘Bar Eugenio’ en la feria y fiestas en honor al Santísimo Cristo de Villajos, que por esa época se ubicaba en el parque de la localidad, actualmente el Parque Luis Cobos.

Izq.: Santiago Jiménez y Eugenio Jiménez (hijo) junto a varios clientes. Dcha.: Jesús Ortiz, Concepción Ortiz y José Escribano en el año 1975.

Siguiendo en el tiempo, en los años 60, las inquietudes de Eugenio hijo hacen que se lance al negocio del vino, y decide montar una potente bodega junto con su socio, Manuel Alberca. De igual manera, en esos años también comienza a trabajar en el ‘Bar Eugenio’, un niño con tan solo 9 años (eran otros tiempos) José Escribano, ‘Joselín’, que con el paso del tiempo es donde conocería a su futura mujer, Conchita, ni más ni menos que la misma hija de ‘El tío Santiago’.

‘Bar Eugenio’ también fue pionero en la utilización del deporte como medio publicitario gracias a Eugenio hijo que, como gran amante del ciclismo que era, fundó el Club Ciclista Criptanense ubicando su domicilio fiscal en el propio bar, y poco tiempo después organizando la carrera ciclista ‘Rutas del Vino’, que se llegó a convertir en referente del ciclismo, y en la que participaron equipos como el Orbea o La Casera-Bahamontes, así como grandes ciclistas entre ellos, Fernando Manzaneque ‘Manzaneque de La Mancha, ganador de etapas en el Tour de Francia y la vuelta a España.

Ya en los años de la transición se puede decir que fueron tranquilos en el negocio, a pesar de la incertidumbre y la inestabilidad que sufría España en esa época. Es un tiempo en el que el local lo seguía regentando ‘El tío Santiago’, junto con la ayuda de su hijo Jesús, recién casado con Mercedes de la Guía, quien también prestaba, con muy buena mano, su inestimable ayuda en los fogones.
Años 80, la estabilidad económica ayuda a que Joselín y Conchita, hija de Santiago, emprendan negocios lejos del abrigo del ‘Bar Eugenio’ y tengan a su segundo hijo, Santi, que será el que gestione el local en el nuevo siglo. Joselín, siempre inquieto y visionario, comienza a traer grandes eventos musicales a Campo de Criptana trayendo grupos de moda de la época como Nacha Pop, Objetivo Birmania o Radio Futura a un enclave inigualable como Las Musas, un precioso local situado en la misma sierra de los molinos, convirtiendo la localidad en punto obligado de peregrinación para los amantes de la movida madrileña.

En 1996, Santiago, ya jubilado, determina dividir el bar en dos locales, quedando uno de ellos bajo la gestión de la familia de Jesús, quien tomó la decisión de continuar con el nombre ya casi centenario en esos momentos de Bar Eugenio. El otro quedaría bajo la tutela de la familia de Conchita y José, renombrándolo como Bar la Plaza.

Izq.: Jesús Ortiz, Santiago Jiménez y José Escribano en el año 1971. Dcha.: el ciclista Fernando Manzaneque con un maillot del bar.

Llega el nuevo milenio y ya con ayuda en la gestión del negocio de Santi, último eslabón de la saga, los dos establecimientos continúan creciendo y dando alegrías a los habitantes de la localidad en tiempos en los que, debido a la crisis económica que sufría toda España en la época, ven cómo desgraciadamente algunos de los vecinos y amigos de los locales colindantes tienen que cesar sus negocios, aguantando únicamente estos dos bares inalterables a las adversidades. En 2010, el joven Santi decide comenzar a formarse profesionalmente ampliando sus conocimientos en algunas de las mejores academias de hostelería de España. Su espíritu competitivo también le anima a participar en algunos campeonatos de coctelería, donde en 2016 consigue ser uno de los barmans más condecorados de España, tal es así que ganó el Campeonato de Castilla la Mancha de coctelería además de ser premiado con el mejor gin&tonic de la región, el campeonato Nacional ‘spirits Sommelier’, el subcampeonato del Nacional de coctelería de la Federación de cocineros y reposteros de España, y el primer puesto en el Campeonato Nacional de gin&tonic de la Federación de Asociaciones de barmans de España.

Actualmente, además de regentar un negocio familiar ya consagrado como uno de los mejores de la comarca, Santi ocupa su tiempo en ejercer como profesor de destilados, ayudar con sus ponencias y master-classes a la Asociación de barmans de Castilla-La Mancha, de la que es vicepresidente, e intentar fomentar el turismo y profesionalizar el sector junto con sus compañeros de la Asociación de Hostelería Criptanense.

Texto: Ayer&hoy. J.R Fotos: Bar La Plaza