Francisco Javier / Morales Hervás/Doctor en Historia

La victoria de los isabelinos frente a los carlistas confirmó a Isabel II en el trono español y permitió consolidar el proceso de instauración del régimen liberal en nuestro país. Los liberales pretendían desmantelar el sistema del Antiguo Régimen, que, entre otras cosas, había favorecido un desequilibrado reparto de la tierra, que se encontraba en manos de los estamentos privilegiados (nobleza y clero), lo cual perjudicaba a la mayor parte de la población, constituida por campesinos sin tierras. Aunque desde finales del siglo XVIII algunos pensadores empezaron a plantear la necesidad de acometer una reforma agraria, finalmente la burguesía liberal acabaría optando por promover “desamortizaciones”, que, aunque se intentaron acometer en las Cortes de Cádiz y durante el Trienio Liberal, no será hasta el reinado de Isabel II cuando realmente se lleven a cabo.

La primera de estas desamortizaciones fue promovida por Mendizábal en 1836 y afectó básicamente a bienes del clero regular y la segunda fue impulsada por Madoz y tuvo un carácter más general. Como consecuencia de ambos procesos desamortizadores, en el actual territorio de Castilla-La Mancha cambiaron de propiedad casi un millón seiscientas mil hectáreas, de las cuales casi la mitad corresponden a nuestra provincia, donde tuvo mucha más incidencia la desamortización de Madoz al afectar a unas 700.000 hectáreas, con lo que más de un tercio de la superficie provincial se vio afectada, lo que provocó que Ciudad Real se situara entre las diez provincias españolas donde este proceso alcanzó mayor desarrollo y fuera la tercera en lo referente a la venta de bienes procedentes de la Órdenes Militares, lo cual resulta lógico por el protagonismo que estas instituciones religiosas alcanzaron en nuestro ámbito provincial. Entre las ventas que se produjeron en nuestra provincia se encontraban 430 fincas rústicas y 11 urbanas que habían pertenecido al líder del bando carlista, don Carlos María Isidro, y que le fueron requisadas por el Estado para su venta.

Sobre estas líneas la reina Isabel II de España, Juan Álvarez Mendizabal y Pascual Madoz e Ibáñez.

La incidencia de la desamortización de Madoz en la provincia de Ciudad Real fue bastante desigual. Si se analizan los datos por partidos judiciales se aprecia que los de Alcázar de San Juan, Ciudad Real, Daimiel, Manzanares y Valdepeñas prácticamente no llegan al 20% del total de la superficie, mientras que en el de Piedrabuena representó casi el 50%, destacando el caso del partido judicial de Almodóvar del Campo que alcanzó el 63%. A pesar del importante volumen de terrenos enajenados, hay que comentar que la situación del campesinado sin tierras no mejoró, de hecho, en muchos casos realmente llegó a empeorar. La gran beneficiada de todo este proceso fue la burguesía liberal, especialmente la madrileña, que a partir de este momento se convertirá en el principal grupo que acaparará la propiedad de muchas de las tierras de nuestra provincia.

La burguesía madrileña también tuvo cierto protagonismo en el desarrollo de las infraestructuras ferroviarias en la provincia de Ciudad Real, territorio en el que hubo un temprano interés por la llegada de este nuevo medio de transporte, de hecho, una de las primeras concesiones otorgadas en nuestro país fue para la realización de la línea entre Madrid-Ciudad Real-Almadén, aprobada en 1846, aunque esta concesión no se llegó a ejecutar. La primera localidad de nuestra provincia a la que llegó el ferrocarril fue Alcázar de San Juan en 1854, al formar parte de la línea que debía unir Madrid con Alicante, proyecto que se culminó en 1858.

La aprobación de la Ley de Ferrocarriles en 1855 impulsó la construcción de nuevas líneas. En 1859 se realizaba una nueva concesión para ejecutar la línea entre Madrid y Ciudad Real; el beneficiario fue don Antonio Lara, quien se la vendería a la compañía MZA. Las obras se iniciaron de forma casi inmediata y el ferrocarril llegaba en 1860 a Manzanares y Daimiel y en 1861 a Almagro y a la capital provincial. Al año siguiente se iniciaba la extensión de la línea desde Manzanares hacia Andalucía, llegándose al límite provincial en Venta de Cárdenas en 1865. La construcción de la línea que debía comunicar Ciudad Real con Badajoz permitió la llegada del ferrocarril a Puertollano en 1864. Hacia 1880 ya estaba construida la estructura básica del ferrocarril en nuestra provincia, aunque desde esa fecha se realizaron algunos ramales de pequeña longitud como el destinado a unir la mina de Asdrúbal con Puertollano.

Mapa de los ferrocarriles españoles en la península
el siglo XIX.