Francisco Javier Morales Hervás / Doctor en Historia

El 1 de abril de 1939 terminaba “oficialmente” la guerra, pero no finalizaba la violencia, pues se iniciaba un período de represión, centrada especialmente sobre aquellas personas que se habían significado por su pertenencia a sindicatos y partidos de izquierda. La persecución ejercida sobre los “desafectos” al régimen franquista provocó un considerable incremento de la población reclusa, hasta el punto que se masificaron las diversas prisiones repartidas tanto en distintas localidades del territorio provincial (Alcázar de San Juan, Almagro, Almodóvar del Campo, Valdepeñas, Villanueva de los Infantes…) como en la propia capital, donde, además de la prisión provincial, llegó a haber otras tres cárceles (la de mujeres, la de la Fábrica de Abonos y la de la Granja). Las condiciones en estos centros de reclusión fueron muy duras, tanto por la mala alimentación, como por el hacinamiento y la falta de higiene.

Parece que fue a finales del verano de 1941 cuando con unos 4.000 presos se alcanzó el mayor número de reclusos en el conjunto de centros penitenciarios distribuidos por nuestra provincia. A partir de ese momento la cifra fue paulatinamente disminuyendo, por diversos motivos: algunos fueron liberados, otros trasladados a otras provincias, otros destinados a trabajos forzados y otros ejecutados. No se puede precisar el número de ejecuciones realizadas durante el franquismo, sobre todo en sus primeros años, aunque las últimas investigaciones sitúan la cifra de ejecutados en torno a los 3.800, la mayor parte de los cuales fueron fusilados, pero también en algunos casos se recurrió a la aplicación del garrote. El mayor porcentaje de ejecutados se concentró entre 1939 y 1943. Aunque se desconoce la actividad profesional de muchos de los ejecutados, se calcula que en torno a la mitad de ellos eran trabajadores del campo y del resto destacan otras profesiones como albañiles, ferroviarios y mineros. Se estima que en el total de personas ejecutadas en nuestra provincia las mujeres supondrían un 2%.

Grupo de presos antifranquistas en Prisión Provincial de Ciudad Real, reproducida del libro “La Guerra Civil en retaguardia. Ciudad Real” de Francisco Alía Miranda. (todoslosrostros.blogspot.com).

A pesar de la dura represión organizada por el régimen franquista, se logró establecer una pequeña resistencia guerrillera antifranquista, conocida como “maquis”, que en nuestra provincia sería especialmente activa en zonas montañosas del norte y del oeste. Estos grupos de resistencia estuvieron muy poco estructurados, sobre todo hasta 1944, pues el perfil y los intereses de sus componentes era heterogéneo. Se conformaron diversas partidas a las que se añadirían otras procedentes de provincias limítrofes, actuando en nuestro territorio provincial unas dos docenas de partidas, constituidas por un número variable de componentes, que oscilaba entre cuatro y doce guerrilleros. A partir de finales de 1944 una intervención más decidida del PCE posibilitó dotar de mayor organización al movimiento guerrillero antifranquista, que en nuestra provincia llegó a realizar destacadas acciones como el atraco a una sucursal del Banco Español de Crédito en Puertollano en 1946, la voladura de un tramo de la línea férrea próximo a Ciudad Real a comienzos de 1947 y el asalto a un polvorín en Santa Cruz de Mudela en septiembre de ese mismo año.

El incremento en la gravedad de los actos del “maquis” provocó la preocupación de las autoridades, que decidieron aumentar los medios para intensificar la presión sobre la guerrilla antifranquista. En ese sentido destaca la actuación del nuevo jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Ciudad Real, el teniente coronel Limia Pérez, que desde su incorporación en agosto de 1947 se centró en una persecución más intensa del “maquis”, lo cual permitiría desmantelar prácticamente todos los grupos guerrilleros en poco más de año y medio. De hecho, cuando el teniente coronel Limia fue trasladado a Granada en abril de 1949, la acción de las partidas antifranquistas tenía un carácter residual, destacando entre los logros de este mando de la guardia civil haber acabado con la partida liderada por el guerrillero más afamado de nuestra provincia, el “manco de Agudo”, que resultaría muerto en un enfrentamiento con la guardia civil el 12 marzo de 1949 en Retuerta del Bullaque. A pesar de no contar con datos definitivos, se calcula que las acciones de la guerrilla antifranquista en nuestra provincia entre 1942 y 1952 provocaron unos 30 asesinatos, de los cuales 7 fueron de guardias civiles. El número de guerrilleros muertos en los diferentes enfrentamientos con las fuerzas policiales se situaría en torno a 90.

En las tres primeras imágenes: Reyes Saucedo Cuadrado, Honorio Molina Merino y José Méndez Jaramago (el manco de Agudo), que fueron abatidos a tiros por la Guardia Civil durante una emboscada en el monte que tuvo lugar el 12 de marzo de 1949. En la imagen de la derecha: Teniente coronel Eulogio Limia Pérez.