El verano, ese tiempo esperado con ganas e ilusión, nos acerca a las vacaciones, al mar o la montaña, a nuestros amigos, familiares y especialmente a las fiestas populares. Las fiestas populares y patronales, son una muestra característica de la cultura e identidad de un pueblo, son un conjunto de aspectos que en muchos de los casos no se ven alterados con el paso del tiempo, son celebraciones, actos y cultos que se repiten periódicamente de generación en generación y que constituyen el alma de una comunidad. Estas fiestas nos acercan a ese espacio reservado a la expresión de valores, sentimientos, y sobre todo a la tradición y al pasado.
Las fiestas de nuestras localidades son un elemento importante en el devenir de la vida de sus habitantes, rompen la monotonía, suspenden el ritmo de la vida cotidiana, es algo esperado y ansiado, es época de alegría, de paz, aglutinan a todo un pueblo en torno a una celebración y muestra lo mejor de sí a sus visitantes, y lo que es muy importante, convoca a sus hijos lejanos al retorno y el encuentro familiar. Durante los días feriados el bullicio, la música, las luces, el ruido y la alegría nos hacen olvidar los sinsabores del día a día. Si a un pueblo le quitáramos sus celebraciones, fenecería, se consumiría en un presente sin esperanzas, perdería su identidad. Un pueblo que ha perdido la fuerza de sus rituales carece de pasado, presente y futuro, ha perdido su contexto y su referencia.
Este año, desde el inicio de la crisis sanitaria provocada por la pandemia Covid-19, hemos asistido a un rosario de anuncios que nos anticipaban la suspensión de todo tipo de fiestas y celebraciones (Semana Santa, mayos, romerías, fiestas patronales, etc.). Esta pandemia está obligando a todos los pueblos de nuestra provincia a suspender sus fiestas patronales, y sus ferias cargadas de actividades, tradiciones y momentos de ocio y diversión.
La dura y nunca deseada suspensión de nuestras ferias es una medida necesaria y que debemos entender y asumir. Las aglomeraciones habituales en estos festejos hacen imposible garantizar el cumplimiento de la distancia física que debemos mantener hasta que una vacuna o tratamiento específico nos permita volver a la deseada normalidad, y es que si las fiestas se caracterizan por algo es por la participación multitudinaria de personas. En unos recintos feriales que acostumbran a bullir en gentío, los vermús mañaneros que suponen encuentros masivos de gente, o bien la diversidad de desfiles de todo tipo (gigantes y cabezudos, carrozas, peñas, etc.) que congregan a miles de personas y sacan a toda una ciudad a la calle, es un caldo de cultivo para facilitar la contaminación y propagación de la enfermedad.
Este año, por culpa de un extraño y desconocido virus, nos asomaremos a la identidad cultural de nuestras celebraciones desde un prisma distinto, celebraremos la festividad de nuestro patrón o patrona desde un aspecto más íntimo y religioso, prescindiendo de aquellos actos populares donde se concentran grandes masas de personas como son los conciertos, los bailes, las atracciones e incluso los desfiles procesionales.
El coronavirus ha fulminado todo tipo de ferias y fiestas en toda España y nuestra provincia no iba a ser una excepción. Ferias y fiestas con una larga tradición no se podrán celebrar en este 2020, pero no nos cabe duda que las verbenas, atracciones y fiestas populares volverán a llenar nuestros recintos feriales en años venideros y que las fiestas del próximo año serán más brillantes y participativas si cabe, y aunque hogaño no habrá bailes, ni casetas, ni desfiles, ni atracciones, nuestras celebraciones festeras no caerán en el olvido ni pasarán inadvertidas, para ello están surgiendo multitud de ideas y actos alternativos, especialmente a través de iniciativas en las redes sociales, que nos servirán para mantener vivo el recuerdo de la fiesta, y a buen seguro, nos ayudarán a ilusionarnos con las fiestas que volveremos a celebrar el próximo año y sobre todo nos aliviarán en parte la tristeza de la cancelación.
En Ciudad Real seguiremos honrando y homenajeando a nuestra patrona, la Virgen del Prado. No habrá procesiones, pero el 9 de agosto, víspera de San Lorenzo, como manda la tradición, la Virgen del Prado será bajada desde su camarín hasta el altar mayor y desde la cercanía de su carroza plateada le haremos llegar nuestras plegarias, peticiones y agradecimientos. En estos días el Prado se convertirá en la calle más transitada de Ciudad Real, por estos jardines deambularán muchos ciudadrealeños que a diario acudirán a postrarse ante su patrona.
Cargados de ilusión y esperanza quedamos a la espera de la llegada del próximo año para disfrutar de unas estupendas fiestas, con la convicción de que recuperarán y acrecentarán el esplendor, alegría y participación que atesoraban, pero sobre todo vendrán cargadas de mucha salud, seguridad y tranquilidad.