Creación de los reinos cristianos

Francisco Javier Morales Hervás / Doctor en Historia

Hacia el 718, Pelayo, noble de posible origen visigodo, lideró un grupo de refugiados en las montañas asturianas, donde derrotó a los musulmanes en Covadonga (722), tras lo cual creó el reino de Asturias que, se consideró heredero de la legitimidad visigoda. Alfonso II (791-842) restableció la legislación visigoda y Alfonso III (886-910) inició la expansión hacia el Duero y estableció la capital en León. En la segunda mitad del siglo X, el conde Fernán González reunió bajo su autoridad territorios de varios condados dispersos y formó el condado de Castilla, que actuará con cierta autonomía.

En la zona pirenaica, Carlomagno quería establecer en el valle del Ebro una frontera entre el Islam y el reino franco, aunque tras la derrota de Roncesvalles (778) centró su interés en la zona de Pamplona y los condados catalanes, donde tomó Barcelona en 801. Hacia el 830 la familia Arista liberó Navarra del control carolingio y en Aragón Aznar Galíndez expulsó a los francos y creó un condado independiente hacia 820. A finales del siglo IX el conde de Urgell, Wilfredo el Velloso, inició un proceso de autonomía de la monarquía franca, aunque sería el conde Borrell II el que rompió definitivamente el vasallaje del condado de Barcelona con el rey de los francos (988).

El reino de Pamplona conoció una notable expansión en el siglo X hasta transformarse en el reino de Navarra, que con Sancho III el Mayor (1000-1035) vivió su época de máximo esplendor,  al abrirse a influencias europeas y apoyar el Camino de Santiago.

 

Configuración de las dos grandes coronas

A comienzos del siglo XI los territorios cristianos representaban un tercio de la Península y estaba distribuidos en tres grandes bloques: el Reino de Navarra, el Reino de León y los condados catalanes. Al morir Sancho III el Mayor (1035) sus territorios se repartieron entre sus hijos: el Reino de Pamplona correspondió a García, Aragón a Ramiro, los condados de Sobrarbe y Ribagorza a Gonzalo y Castilla a Fernando.

Fernando I consolidó la Corona de Castilla al dominar toda la cuenca del Duero y realizar incursiones militares por taifas como Zaragoza, Toledo y Sevilla, obteniendo notables ingresos por el pago de parias. En la batalla de Tamarón (1037) derrotó a Bermudo III de León y se proclamó rey de Castilla y León. A su muerte se dividió su reino, pero volvió a quedar unificado con Alfonso VI que arrebató La Rioja a Navarra y tomó Toledo en 1085.

La llegada de los almorávides frenó el avance castellano, aunque Alfonso VII conquistó algunos enclaves como Calatrava (1147). Alfonso VIII conquistó Cuenca, pero fue derrotado en Alarcos (1195) por los almohades y más tarde creó una alianza de los diversos reinos cristianos peninsulares con la que derrotó a los almohades en las Navas de Tolosa (1212), lo que favoreció la expansión de Castilla más allá de Sierra Morena, de hecho Fernando III conquistó Córdoba (1236), Sevilla (1248) y Murcia (1243).

El reino de Aragón pretendía expandirse hacia la taifa de Zaragoza, pero el avance no se consolidó hasta finales del siglo XI-principios del siglo XII cuando Pedro I tomó Huesca (1096) y Alfonso I ocupó Zaragoza (1118). En 1150 con el matrimonio entre el conde Barcelona, Ramón Berenguer IV, y la heredera de Aragón, Petronila, nacía la Corona de Aragón, que inició su expansión hacia el mediterráneo, proceso que consolidó Jaime I al ocupar las islas baleares y el reino de Valencia en 1238.

De forma paralela al proceso de conquista, los reinos cristianos fomentaron el proceso repoblador para poner en producción las tierras conquistadas. Las principales zonas y formas de repoblación fueron:

Corona de Castilla-León:

  • Valle del Duero (hasta el siglo X): la repoblación se hizo mediante el sistema de presura o “aprisio”, basado en el Derecho Romano, por el que aquel que llegara a una tierra despoblada y la roturara se convertía en su propietario.
  • Sistema Central y Valle del Tajo (hasta el siglo XI): tuvo gran importancia la reconquista por acciones militares dirigidas por concejos. Posteriormente los reyes concedían la repoblación de estas tierras mediante cartas-puebla que recogían el alfoz (límites) de las ciudades y sus fueros y privilegios.
  • Entre el Tajo y el Guadiana (siglo XII): el proceso de conquista lo protagonizaron órdenes militares como Calatrava, Santiago o San Juan. Eran corporaciones religiosas formadas por monjes-soldados que luchaban contra los musulmanes, influidas por el espíritu de cruzada. Los reyes de Castilla premiaban a las órdenes con grandes señoríos.
  • Valle del Guadalquivir (siglo XIII): donde se utilizó el sistema de repartimiento de tierras, siendo los principales beneficiados los grandes nobles castellanos que acabarían constituyendo extensos latifundios.

Corona de Aragón:

  • Valle del Ebro y sur de Cataluña: en el siglo XII se usó el sistema de presura y cartas-puebla.
  • Levante y archipiélago balear: primera mitad siglo XIII, donde predominó el repartimiento de tierras entre los nobles.

 

Imagen superior: Reconquista de las principales ciudades por año superpuesta a las actuales fronteras hispano-lusas. Wikipedia