Conquista (711-716)
La conquista musulmana de la Península Ibérica se vio favorecida por la fuerza expansiva del Islam y la crisis interna de la monarquía visigoda. Tarik cruzó el estrecho de Gibraltar en 711 y derrotó a Don Rodrigo cerca del río Guadalete. Al año siguiente inició una nueva campaña junto con Muza, tomando la mayor parte del territorio peninsular sin apenas resistencia entre 711 y 716.
Emirato dependiente (714-756)
Hasta el 756 la Península Ibérica fue un emirato dependiente del Califato de Damasco, con capital en Córdoba. Tras ser derrotado en Poitiers (734), el emirato se centrará en crear un sistema eficaz de recaudación de impuestos y en reprimir la revuelta bereber. En el 750 los Abbasíes pasaron a dirigir el Califato desde Bagdad, sustituyendo a los Omeyas, a los que quisieron eliminar, pero uno de sus miembros, Abderramán, llegó a Al Andalus, donde se proclamó emir en 756.
Emirato independiente (756-929)
Abderramán I creó un Estado independiente de Bagdad, aunque respetó la autoridad religiosa del califa. Consolidó el poder musulmán en la Península, reorganizó la administración y mejoró la recaudación de impuestos, lo que permitió organizar un ejército para realizar expediciones de castigo contra los reinos cristianos del norte y hacer frente a revueltas de gobernadores díscolos y de grupos de muladíes y mozárabes.
Califato (929-1031)
A comienzos del siglo X el emirato atravesó una crisis notable, a la que hizo frente Abderramán III, que se proclamó califa en el 929. Fortaleció el Estado creando la figura del hachib (jefe de gobierno) y de los visires (ministros), situando gobernadores (valíes) al frente de la provincias (coras). La mejora en la recaudación de impuestos y una economía pujante le permitieron mantener un potente ejército con el que frenó a los reinos cristianos y conquistó territorios en el Magreb. Cuidó la actividad artística, construyendo palacios como Medina Zahara y ampliando la mezquita de Córdoba.
Al Hakam II continuó la labor de su padre, pero a su muerte el poder efectivo pasó al hachib Almanzor, quien gobernó en nombre de Hisham II. Almanzor realizó campañas de saqueo (razias) contra los cristianos, pero al morir en 1002 se inició una etapa de inestabilidad que provocó la desaparición del califato y la disgregación de Al Andalus.
Reinos de Taifas e invasiones bereberes (1031-1246)
Al desaparecer el califato se crearon unos veinte reinos denominados taifas, que aseguraron su supervivencia pagando parias a los reinos cristianos, que aprovecharon esta fragmentación para impulsar su avance (Alfonso VI de Castilla toma Toledo en 1085). Las taifas pidieron ayuda a los almorávides, bereberes norteafricanos que practicaban un Islam muy estricto y que cruzaron el estrecho de Gibraltar en 1086, derrotando a los castellanos en Sagrajas y ocupando diversas taifas hasta que fueron frenados en Valencia.
Los almorávides no consolidaron su poder. Los hispanomusulmanes no aceptaron el fanatismo almorávide ni la aplicación de impuestos extraordinarios, lo que provocó revueltas que volvieron a dividir Al Andalus en Taifas, algunas de las cuales solicitaron ayuda a los almohades, bereberes norteafricanos que llegaron a la Península en 1146, pero, a pesar de victorias como Alarcos (1195), sólo controlaron parte del antiguo territorio de Al Andalus hasta su derrota en las Navas de Tolosa (1212), que provocó su decadencia y el surgimiento de las terceras taifas, lo que favoreció el avance cristiano, conquistando Fernando III Córdoba en 1236.
Reino Nazarí de Granada (1246-1492)
La única Taifa que resistió fue Granada, donde se consolidó la dinastía nazarí, que desarrolló una hábil política diplomática y acogió a numerosos andalusíes procedentes de otras zonas conquistadas por los cristianos, lo que incrementó su población y su potencialidad económica. La estabilidad alcanzada permitió a los nazaríes construir edificios notables como la Alhambra de Granada. En el siglo XV se inició un período de inestabilidad que sería aprovechado por Castilla para ir conquistando ciudades hasta que finalmente Boabdil rindió Granada a los Reyes Católicos en 1492.
Sociedad y economía de Al-Andalus
La economía de Al-Andalus estaba basada en la agricultura, en la que introdujeron cultivos como cítricos y algodón, desarrollaron el regadío e impulsaron la ganadería, especialmente la ovina. Pero fue el desarrollo del comercio y de la artesanía lo que otorgó un componente especial a la economía andalusí. En la artesanía destacó la elaboración de tejidos de lana, algodón, seda y lino, además del trabajo del cuero, la madera, la orfebrería, la cerámica… La artesanía se vio favorecida por los intercambios en los zocos de las ciudades y por el comercio exterior, asentado en un sólido sistema monetario, basado en el dinar de oro y el dírham de plata.
En la comunidad musulmana de Al Andalus se distinguían tres grupos fundamentales:
- Árabes: procedentes de oriente, poco numerosos, pero poseían las mejores tierras y ocupaban los principales cargos políticos
- Bereberes: procedentes del norte de África, ocupaban tierras de peor calidad y cargos inferiores a los árabes, lo cual generó su malestar expresado en revueltas
- Muladíes: constituían la mayoría de la población; eran cristianos peninsulares convertidos al Islam.
Los “no musulmanes” estaban obligados a pagar impuestos para conservar su religión:
- Mozárabes: cristianos que vivían en Al-Andalus, dedicados a la agricultura y a la artesanía.
- Judíos: poco numerosos, pero tenían una notable influencia al dedicarse al comercio, al préstamo y a la medicina.
Fotografía superior: Mapa de al-Ándalus en 732, durante su mayor extensión. Wikipedia