Francisco Javier Morales Hervás y Aurora Morales Ruedas / Doctor en Historia y Graduada en Historia del Arte

Las relaciones entre el Califato de Córdoba y el Reino de Navarra fueron más intensas de lo que, en principio, se pudiera pensar. Estos contactos no se limitaron a enfrentamientos en campañas militares, acciones diplomáticas o transacciones comerciales, sino que también fructificaron en una llamativa política matrimonial que acabaría vinculando familiarmente a reyes navarros y califas cordobeses.

Varias mujeres de origen vascón como Muzna y Ónneca acabarían siendo esposas o concubinas favoritas de califas tan conocidos como Abderramán III, pero de todas ellas sobresalió por la enorme influencia que llegó a ejercer Subh al-baskunsiyya. Esta destacada mujer, conocida como Aurora “la vascona” en las crónicas cristianas, nació hacia el 940 en algún lugar del Reino de Navarra. Muy probablemente perteneció a una familia noble navarra, pero acabaría siendo llevada como esclava a Córdoba, donde recibiría una cuidada formación tanto en saberes científicos como artísticos en el refinado y selecto ambiente cultural que caracterizó la etapa de mayor esplendor del califato cordobés. Esta hermosa vascona de cabellos rubios era políglota y llegó a tener amplios conocimientos de derecho, matemáticas y astronomía, aunque parece que fueron sus dotes como cantora las que llamaron la atención del califa Al Hakam II, de tal forma que llegaría a convertirse en la concubina favorita de su harén.

Subh no dejó escapar la oportunidad de ser la preferida del califa y, a pesar de que éste parecía más interesado en los hombres que en las mujeres, supo encontrar la forma de seducirlo aprovechando, precisamente, su orientación sexual. Para lograr su objetivo, Subh empezó a vestirse con vestimentas de hombre y adoptó la apariencia y los modales de un joven eunuco, lo cual resultó ser muy del agrado de Al Hakam II, hasta el punto que en sus encuentros amorosos llamaba a su concubina favorita con el nombre masculino de Yafar. Poco tiempo después la astucia de Subh tuvo su recompensa, pues fue la única mujer que logró darle al califa hijos varones. En el año 962 nacía su primer hijo, Abderramán, gracias a lo cual consolidó su rango e influencia en el ambiente cortesano de Medina Azahara al convertirse en “reina madre”. En el año 965 nacía su segundo hijo varón, Hisham, por ello, aunque el primogénito Abderramán murió cuando contaba tan solo con ocho años de edad, Subh pudo mantener intacta su privilegiada posición desde la que fue acumulando, poco a poco, poder y riqueza, para cuya administración precisaba contar con una persona de confianza. Para asumir las labores de administrador el visir recomendó a Subh a un escribano que trabajaba en las oficinas del juez de Córdoba. De este modo en el 967 conoció a un joven nacido en tierras malagueñas, pero de origen yemení, Almanzor, con el que iniciaría una relación que les llevaría a ser amantes y a establecer una alianza política que impulsaría la meteórica carrera de Almanzor.

Izq.: Al- Mansur, el Victorioso, conocido por los cristianos como Almanzor, en una imagen de 1860 que lo presenta ante la ciudad de Madrid. Centro: Un músico toca el laúd ante el harén del sultan. (Biblioteca Apostólica del Vaticano). Dcha.: El califa Al-Hakam II rodeado de filósofos y literatos. 

Al Hakam II no estaba muy interesado en las labores de gobierno y, además, no gozaba de muy buena salud, por ello es probable que sintiera cierto alivio al comprobar que Subh y Almanzor iban tomando paulatinamente en la práctica las riendas del califato, situación que pudo cambiar al morir Al Hakam II en el 976 y no poder acceder todavía al trono su hijo Hisham, pues aún no tenía la edad suficiente para ello, pero Subh y Almanzor supieron mover con celeridad sus influencias y lograron que, a pesar de ser un niño, Hisham fuese proclamado califa con lo que se aseguraban seguir controlando el poder efectivo del califato. Almanzor accedía al cargo de visir y Subh se convertía en la primera mujer que asumía el control del poder califal en Al-Andalus.

En un primer momento Subh se hizo cargo de las funciones políticas y administrativas, mientras la responsabilidad de controlar el ejército y la policía quedaba en manos de Almanzor, pero la ambición de este personaje era tan grande que, tras dos décadas compartiendo el poder, no dudó en traicionar en el año 996 a su amante de origen navarro dejándola aislada e incomunicada en el alcázar cordobés junto a su hijo Hisham II y de este modo hacerse con todo el poder. A pesar de estar recluida, Subh intentó organizar una conspiración contra Almanzor, pero éste logró abortar la rebelión y reforzó el aislamiento de Subh, que acabaría desapareciendo de la vida pública y de las crónicas, por lo que desconocemos la fecha exacta de su muerte, aunque se estima que tuvo que producirse entre el 998 y el 1001.