En un viaje por Asturias, ideal para los meses de septiembre y octubre, con una duración de una semana, es imprescindible visitar tres ciudades: Avilés, Gijón y Oviedo, la capital, por la que hoy vamos a dar un pequeño paseo.

En general, todo lo que hay que ver en Oviedo se concentra en el casco viejo de la ciudad, por lo que se recomienda iniciar  la visita por la Santa Iglesia Basílica Catedral Metropolitana de San Salvador. De estilo predominante gótico, presenta estilos que van desde el prerrománico hasta el barroco, aportando numerosos elementos atractivos para el visitante. Sin embargo el espacio de mayor valor es la conocida como Cámara Santa, en la que se encuentran diversas reliquias religiosas como el Arca Santa o la Cruz de la Victoria. En la parte inferior de ésta se encuentra la Cripta de Santa Leocadia.

En esta plaza también encontramos una de las más de 100 estatuas que hay en Oviedo, la de Ana Ozores, «la Regenta», protagonista de la obra del mismo título de Leopoldo Alas «Clarín». Y frente a la Regenta, el interesantísimo Museo de Bellas Artes de Asturias con su espectacular colección de obras y autores entre los que se encuentran El Greco, Dalí, Goya, Picasso y Zurbarán.

Al lado hallamos también el Museo Arqueológico de Asturias, ubicado en el antiguo monasterio de San Vicente, cuyo claustro se ha añadido e integrado a la visita, y que cuenta con unas modernas instalaciones a través de las cuales se puede hacer un viaje interactivo que nos lleva desde la prehistoria hasta los tiempos del Reino de Asturias.

A cinco minutos desde la catedral llegaremos a la plaza de la Constitución que cuenta con dos edificios emblemáticos: el ayuntamiento, construido sobre lo que era la antigua muralla de la ciudad, y la iglesia de San Isidoro, levantada en el siglo XVI junto a un colegio jesuita que fue demolido en 1873 para construir el mercado de El Fontán.

Y pegada a la plaza de la Constitución se encuentra la plaza de Trascorrales o de la Burra, posiblemente, el espacio urbano más bonito que hay que ver en Oviedo. En esta plaza de edificios coloridos y ambiente relajado, se pueden encontrar tres estatuas más: la de la Burra, la Lechera y El Vendedor de Pescado y la Pescadera.

Además Oviedo es sinónimo de los Premios Princesa de Asturias y estos, a su vez, son sinónimo de Teatro Campoamor. Este lugar es el epicentro de la actividad operística de la ciudad y en él se puede disfrutar de una extensa programación durante todo el año. En verano se añaden también visitas teatralizadas, en las que se puede disfrutar la belleza de su interior, donde destaca la enorme lámpara de 900 kg de peso.

Finalmente en este breve recorrido no podemos olvidarnos del Campo de San Francisco, pulmón de la ciudad y lugar de encuentro para los ovetenses. En su interior destacan los restos del antiguo convento de San Francisco y la estatua de Mafalda, muy similar a la que se encuentra en el paseo de la Historieta de Buenos Aires. Además, muy cerca del Campo de San Francisco, se encuentra otra estatua famosa, la de Woody Allen.

De visita obligada: Prerrománico puro

Muy cerca de la ciudad existen dos joyas arquitectónicas de obligada visita. La primera es Santa María del Naranco, una joya prerrománica del arte asturiano que se encuentra a 4 kilómetros de la ciudad, en la subida hacia el monte del mismo nombre. Edificada en el siglo IX, en su origen no fue una iglesia, sino un palacio. Esbelta y proporcionada y con sus columnas sogueadas (decoradas con motivos de sogas) se pudo conservar gracias a su transformación en iglesia en el siglo XII. La segunda joya es la iglesia de San Miguel de Lillo, construida en las mismas fechas que Santa María del Naranco por el rey Ramiro I. Lo que hoy se ve es una tercera parte de la iglesia completa, la cual se destruyó por un movimiento de tierra en el siglo X. En el XII se reconstruyó parcialmente. Su interior solo puede ser visitado con guía y en él se están realizando labores de restauración de frescos en los que aparecen las primeras representaciones de figuras humanas del arte asturiano.