2020 llega a un septiembre diferente, extraño por una crisis sanitaria que esperamos no continúe en 2021. Mientras la Administración, las administraciones públicas, reiniciaron ya sus motores y han emprendido y deben seguir emprendiendo nuevos procedimientos acuciados por un virus letal contendiendo con no pocas consultas, reclamaciones y quejas de administrados, la Educación se enfrenta a un folio en blanco, donde no hay nada escrito, salvo el interés y empeño de todos por proteger y salvaguardar la educación y el conocimiento de más de ocho millones de escolares en toda España.

Cristina cliquea en el portátil su NIF, su teléfono móvil y a continuación introduce los caracteres de verificación de seguridad: ¡Qué mal se ven los números ¿es un 3 o un 8?! Argg. Seguidamente introduce la contraseña que ha recibido por SMS y comprueba si los datos están bien porque no ha cobrado aún el Erte y estamos a mediados de mes… Fulgencio, de edad avanzada, tiene un problema con el contador del agua, pero la oficina de Suministro de Aguas de su ciudad está cerrada y los teléfonos no responden, son de la central de la compañía y le atiende una grabación que no entiende ni a la que puede reprochar nada, está a la espera de que abran para solicitar un técnico… Ángela ha hecho un cambio de domicilio que le ha costado varias semanas, llevó toda la documentación al Ayuntamiento de su localidad y le dijeron que era la correcta y en vez de sellarle el certificado en ese momento le hicieron volver de nuevo pero no sabía que tenía que pedir cita previa… A alguno de ellos ya se le ha resuelto su problema, pero aún son muchos los ciudadanos que se enfrentan a situaciones inusuales, a veces rocambolescas, cuando tienen que arreglar el papeleo en la era del COVID-19. Del mismo modo, los funcionarios y empleados públicos han tenido y están teniendo que someterse a una cantidad de trabajo ingente y a la resolución de la misma en tiempo récord, como los expedientes de regulación temporal de empleo o el Ingreso Mínimo Vital, arañando horas para poder ir dando salida a los casos. Son las dos caras de una moneda que traemos en este reportaje de septiembre, la gestión y situación de la Administración en tiempos de COVID-19, junto con la vuelta al colegio que ha sido y está siendo la prueba de fuego de la Administración, donde Educación y Sanidad deben actuar de la mano, como nunca lo han hecho, para convivir con una crisis sanitaria que, lejos de calmarse e ir en descenso, está en constante aumento buscando su hueco para quedarse.

Después de más de cinco meses de convivencia con una pandemia desconocida hasta ahora, la burocracia de la Administración sigue su curso –ahora puede que de forma más normalizada que al principio- y, lejos de quejas y reclamaciones mayoritarias, que las ha habido, la ciudadanía en general habla de normalidad en la resolución de sus trámites o papeleo con la Administración. Es el caso de un ciudadano autónomo que, en nuestra encuesta de El Termómetro, subraya la agilidad de las tramitaciones online por lo que agradece especialmente ese empujón en la huella digital de las administraciones, “soy autónomo y me he podido relacionar con la Seguridad Social, Hacienda…, la vía online, también la telefónica, funcionan muy bien y a mí me viene mejor”. De la misma opinión es otro empresario relacionado con la construcción, “independientemente del covid, nosotros ya pagábamos los tributos y solicitábamos las licencias de forma telemática, por lo que para nosotros no ha supuesto ningún cambio”.

Sin embargo, otros de nuestros encuestados en El Termómetro lamentan el retraso en la atención telefónica o en la resolución de alguna consulta, incluso hablan de una demora de más días en conseguir solucionar un trámite con respecto al tiempo de la pre-pandemia. Otros son comprensivos y entienden la saturación de la Administración e incluso que se tomen las medidas de las citas previas o la consulta médica por teléfono, aunque añaden el fastidio y el enfado en algunas ocasiones de que les manden de un lado para otro sin que nadie sepa realmente darle una solución. Una mujer va más allá al apuntar que si es necesario contratar a más trabajadores en la Función Pública, que se haga, en vez de dar ayudas económicas; “los políticos, considera, deberían de ser autónomos, si fueran por vocación, que quisieran arreglar las cosas y que cobraran según lo que trabajaran, los españoles nos ahorraríamos mucho dinero”.

En lo que sí coinciden muchos de los ciudadanos es la labor callada pero eficaz de las asesorías y gestores administrativos, claros intermediarios entre la Administración y el individuo y que ahora más que nunca se reafirman en una profesión dura y poco reconocida. Ellos están siendo los que están sacando ‘las castañas del fuego’ a empresarios, autónomos y particulares. Sin horas y sin reloj para atender las miles de dudas, consultas, quejas, reclamaciones y peticiones que de otro modo casi que no podrían haberse resuelto.

Es el caso de Manuel, en Erte desde el pasado 24 de marzo y que no ha cobrado ni un céntimo del Sepe hasta primeros de junio. “El día de antes arreglé los papeles con el gestor pero pasaba el tiempo y estábamos un poco descolocados por el silencio administrativo, dada la situación extraordinaria no sabíamos si se había admitido o no, por lo que me metí en la web del Sepe y estaba colapsada, empecé a llamar al Sepe de mi localidad, de mi región y hasta las oficinas centrales en Madrid, había días que llamaba hasta 40 veces y no había respuesta…”. Por fortuna, más de un mes después, a finales de abril, tras mandar emails de forma masiva, le llamaron de las oficinas locales del Sepe diciéndole que le faltaba otro papel, “cosa que antes no habían dicho, el gestor mandó lo que faltaba, pasaron otro par de semanas y finalmente cobré los atrasos a principios de junio, casi dos meses y medio después, seguía sin poder meterme en la web del Sepe, por lo que fui presencialmente, cuando ya estaba la oficina abierta para arreglarlo del todo”, confiesa.

Al otro lado de la ventanilla.- Al otro lado de la ventanilla, del teléfono o de la pantalla del portátil atienden empleados públicos que han vivido también situaciones límite quizá no tan conocidas o difundidas, amén de las execrables agresiones a funcionarios del Sepe por el retraso en el cobro de los Erte en casos puntuales.

María José, de FETE-UGT, pone de manifiesto el compromiso y la responsabilidad de muchos empleados públicos de la Administración General del Estado, especialmente del Sepe en los primeros meses de confinamiento: “Conozco un grupo de trabajadores que trabajaron jueves, viernes y sábado santo hasta las once de la noche, sabían que de su trabajo dependía que cobrara la gente, y como tenemos unas plantillas reducidas, trabajaron 12 horas diarias, por encima de sus obligaciones, poniendo sus equipos y ADSL a disposición de la administración porque ésta no tenía medios para poder teletrabajar”. Ahora, gracias a la pandemia, se han igualado derechos y deberes para los que trabajan de manera presencial y los que no, aquellas personas que tengan personas mayores a su cargo o menores de edad hasta los 14 años pueden llegar a teletrabajar hasta cuatro días y el resto de trabajadores puede hacerlo hasta el 20% de la jornada, aunque todo está supeditado a cuestiones organizativas y necesidades del servicio.

Tanto la representante de UGT como el presidente de Técnicos de Hacienda Gestha, Carlos Cruzado, aclaran que en todo este caos hay buenas noticias: el teletrabajo funciona y la burocracia sale adelante, además de mayor flexibilidad horaria y conciliación, “caminamos hacia una Administración telemática 100%, la experiencia ha sido positiva y así lo ha reconocido el Ministerio”, comenta Cruzado. Por su parte, la responsable sindical reclama una mayor inversión en medios materiales y humanos en la Administración General del Estado así como la depuración y mejora de los sistemas para dar la agilidad necesaria a los administrados minimizando los riesgos laborales, “es muy frustrante no tener la respuesta que queremos cuando tenemos que tramitar una pensión u otras cosas, la gente llega a la cita previa enfadada, cabreada, pero luego vemos que se duplican muchas peticiones, gente que ha solicitado sin tener derecho…, los ciudadanos también debemos ser responsables de los niveles que llevamos a la administración…, tenemos que ir depurando esta situación”.

Otro punto débil histórico y que en esta pandemia se ha puesto al descubierto han sido las plantillas reducidas; según Muñoz, están muy envejecidas con un media de edad superior a los 50 y una tasa de reposición muy baja a lo que se une la paralización de los procesos selectivos y OPEs a falta de la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado 2021, “hay Opes vitales como Prisiones o Sepe, este último se ha nutrido de una bolsa de interinos sacada de forma urgente para ayudar en la tramitación de Ertes”.

Especialmente, le atañe profesionalmente, denuncia la situación vivida en Prisiones durante la pandemia, un servicio esencial como el Sepe pero donde los sindicatos han tenido que poner especial empeño para el cumplimiento de las medidas de seguridad, “Prisiones es un sector muy olvidado cuando hemos estado al pie del cañón como sanitarios o cuerpos de seguridad, somos los custodios de personas que se encuentran privadas de libertad, estamos en un medio cerrado, donde se deberían extremar las medidas de prevención para evitar una propagación masiva, hay reos inmunodepresivos, con patologías previas, además es muy fácil la propagación porque todo es manual, los internos no han dispuesto de mascarilla en todo momento… por lo que quiero destacar el compromiso de los funcionarios de prisiones”.

En Hacienda, salvo cuestiones esenciales como la Informática, el resto de áreas ha teletrabajado y se ha planteado darle continuidad hasta finales de año proponiendo para el futuro compaginar el horario presencial y telemático, “creo que es compatible, se trata de evaluar costes y garantizar el puesto de trabajo en función de la seguridad e higiene marcadas por la COVID”, explica Carlos Cruzado, presidente de Gestha, quien habla de dedicar un mayor control de las grandes fortunas y grandes empresas así como de la economía sumergida.

La vuelta al cole, una interrogante para todos.- Al cierre de esta edición, a escasos días del inicio del curso escolar, nunca antes se había tenido tanta incertidumbre y desconocimiento como este año, pendientes de una reunión entre Ministerio y Comunidades Autónomas para establecer un protocolo común de medidas de protección y seguridad básicas para aplicar en los centros educativos del país, que este mes de septiembre recibirán a más de ocho millones de niños. Un asunto bastante serio, replica una ciudadana en nuestra encuesta del Termómetro, que no se está gestionando nada bien. Incertidumbre es la palabra más escuchada por alumnos, padres, profesores, directores y comunidad educativa que ven el inicio de curso a la vuelta de la esquina sin que las autoridades competentes establezcan un protocolo básico común para que haya seguridad en las aulas, ante un panorama preocupante en el número de contagios diarios de coronavirus.

Lo cierto es que a apenas una semana vista del comienzo del mes de septiembre se estaban anunciando, no sabemos si decidiendo, las medidas a adoptar en cada comunidad autónoma. En Madrid, por ejemplo, su presidenta manifestaba el pasado 25 de agosto la intención de invertir 370 millones para contratar a más de 10.000 docentes de forma temporal, reducir los ratios en las aulas y realizar 100.000 tests serológicos al personal educativo, así como garantizar la presencialidad en los niveles de Infantil, Primaria y 1º y 2º de Secundaria y la combinación presencial-telemática en cursos superiores, además de FP y Educación de Adultos. La vuelta al cole sería de modo gradual: el 4 de septiembre para 0-3 años, el 8 para Educación Especial, Infantil (3-6 años) y 1º, 2º y 3º de Primaria, el 9 para 3º y 4º de la ESO y Bachillerato, el 14 para Educación para Adultos, el 17 para 4º, 5º y 6º de Primaria, el 18 para 1º y 2º de la ESO, FP Básica y Grado Medio y el 28 para FP Superior.

En Castilla-La Mancha, tanto la consejera de Educación, Rosa Ana Rodríguez, como el director general de Salud Pública, Juan Camacho, avanzaron que los colegios abrirán sus puertas el 9 de septiembre a los estudiantes, con el fin de iniciar un curso en base a las previsiones e intentando que sea de la manera lo más presencial posible. Rodríguez por su parte, quiso tranquilizar a profesores y padres porque los colegios de Castilla-La Mancha son “espacios seguros” a los que se les ha dotado del material necesario, como el reparto de un millón de mascarillas para distribuir dos unidades a cada profesor y alumno “suficiente para todo el curso”, manifestó la consejera; además del reparto de hidrogel, papeleras de pedal y termómetros. También se están realizando tests serológicos a los docentes. Desde los sindicatos en esta región exigen de forma inexcusable que se respeten ciertos condicionantes para una vuelta al cole segura, como la bajada de ratio en las aulas a 20 alumnos, el distanciamiento de seguridad de 1,5 metros, una enfermera escolar por centro fija o itinerante y el uso de mascarilla.

En Andalucía, la viceconsejera de Educación, María del Carmen Castillo, anunció que la vuelta a las aulas se hará de forma presencial y en las fechas establecidas en el calendario: los alumnos de Primaria e Infantil deberán incorporarse el 10 de septiembre y los de Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional, el 15 del mismo mes, según información indicada el 25 de agosto.
No obstante, todas las decisiones autonómicas quedan a expensas del acuerdo que se adopte el jueves, 27 de agosto, entre la ministra de Educación, Isabel Celaá, y los consejeros del ramo, fecha en la que esta revista habrá cerrado la edición del mes de septiembre.

En todo caso, la decisión es unánime en cuanto a la vuelta a las aulas de la forma lo más presencial posible, estableciendo las medidas y garantías de seguridad en todos los centros, respetando la distancia de seguridad, usando la mascarilla, disponiendo de gel hidroalcohólico para la higiene de manos y con la posibilidad de establecer grupos burbuja, es decir, que una clase de alumnos permanezca en el mismo aula en todo momento siendo los docentes los que se mueven para dar clase a un grupo u otro, con entradas y salidas escalonadas, adaptación de los espacios y limpieza de las zonas comunes y baños.

 

La situación desde el punto de vista de los colegios

Si políticos o responsables de la gobernanza de este país han pasado unos días de vacaciones, quienes no han tenido ese privilegio han sido muchos directores de los centros educativos españoles. Y no porque no tuvieran preparado y masticado el currículo de materias a impartir, que sí, sino por prepararse y poder enfrentarse con las mejores armas ante un enemigo real que no conocen ni controlan. Enrique, de un colegio con 650 alumnos y 50 profesores, anda preocupado todo el verano, los baños del colegio están en obras y está todo patas arriba a menos de 15 días del 1 de septiembre. Por su parte, el trabajo está hecho, han seguido las instrucciones de la Consejería de Educación, obteniendo un borrador de protocolo, con la reorganización de espacios, la redistribución de las aulas, la eliminación de la videoteca y el aula de música por desdoblamientos, la flexibilidad de entradas y salidas, dos turnos en el recreo, eliminación de los juegos colectivos… a la espera de nuevas instrucciones que seguro vendrán, afirma Enrique. “Hemos hecho todo lo que se nos ha indicado, pero nos sigue preocupando el tema de la limpieza, el Ayuntamiento no nos ha comunicado nada aún, tampoco sabemos si podremos tener una enfermera como hemos tenido cursos anteriores, y echo en falta la figura de un conserje, además de las últimas instrucciones que puedan derivarse de esa reunión con la ministra”.

En ese centro han tenido que hacer un desdoble en un 5º de Primaria y necesitan espacio para un desdoble en un 6º, “pero el problema radica en que no tenemos sitio siquiera para meter 20 alumnos porque los espacios libres de que disponemos son de 25 metros”.

Por otro lado, el material del que disponen es por el momento suficiente, ya el curso pasado la Consejería les suministró una caja de mascarillas y una mampara, y para este curso les dotarán de dos mascarillas por profesor y alumno, además de haberse aprovisionado de geles hidroalcohólicos, cartelería y marcas de señalización.

Enrique advierte de que desde el primero hasta el último de los profesores del claustro se han dejado la piel para iniciar el curso de la mejor manera posible, si bien advierte de que hay cuestiones importantes, que se nos escapan, no son competencia nuestra, como la limpieza o la gestión de los posibles casos covid “que se han dejado para el final, han faltado respuestas más inmediatas y claras”. Concluye señalando que esto no es fácil para nadie, y la gestión es complicada, pero es fundamental que todos rememos en la misma dirección, sindicatos, Ampas, profesores y consejería. Miguel Ángel, director en otro CEIP más pequeño, con 225 alumnos, ya tiene dispuesto igualmente el borrador del plan de contingencia del curso escolar 2020/21 con todos los escenarios posibles: presencial, semipresencial y enseñanza virtual, con las programaciones de todas las áreas con el refuerzo de materias del último trimestre del curso anterior, el plan de inicio de curso, la organización, las entradas y salidas, a falta de la aprobación en Consejo Escolar y en el Claustro. En su opinión, la resolución de la Consejería del 23 de julio aclaraba mucho en cuanto a las normas a seguir, a falta de los acuerdos entre ministerio y comunidades.

Ve inviable por otro lado que puedan disponer de un enfermero en cada centro escolar por lo que, en su caso, de momento, “intentaremos apañarnos con la ayuda de algunas familias cuyos progenitores trabajan en el hospital, se han ofrecido incluso a ayudarnos”, comenta. Lo que sí han solicitado es el envío de pupitres individuales pues cuentan con algunas mesas dobles, a falta de conocer si finalmente se aplicará lo de grupos burbuja o la distancia de seguridad. Asimismo, tienen que desdoblar tres cursos de Primaria al superar la ratio.

Texto: Oliva Carretero Ruiz
Fotos: Ayer&hoy/Pixabay