Adolf Hitler no tuvo siempre ese bigote angosto y cuadrado que se convirtió en su marca personal. Solía tener un bigote frondoso, pero decidió recortárselo por motivos que hasta el momento se desconocían.

La revelación llegó gracias a unos papeles pertenecientes a Alexander Frey, compañero del ex dictador alemán en la Primera Guerra Mundial, donde sirvieron ambos como soldados. Frey cuenta cómo se le ordenó a Hitler que recortara el ancho y tupido bigote que entonces llevaba para poder colocarse bien la máscara antigás.

Tras verse obligado a recortarlo nunca más volvió a su anterior imagen. Frey cuenta que el vello facial de Hitler cubría un aspecto desagradable de su boca, menos disimulado con su nuevo corte.